El pasado 30 de enero, día del frustrado debate de investidura, la exdiputada del PP y ahora articulista en El Mundo Cayetana Álvarez de Toledo hizo el tuit que ilustra este columna. Levantó polvareda entre el soberanismo: Pilar Rahola replicó que era “pura maldad” y Salvador Cardús, uno de los intelectuales del procés, pedía tomar nota.
Unos días después, el pasado jueves, el ABC abría su edición con este titular en portada: “El miedo a la prisión ablanda al independentismo”. En su interior, Salvador Sostres afirmaba: “Los independentistas se atrevieron a hacer lo que hicieron porque en su farol permanente creyeron que también el Estado iría de farol y que no se atrevería a tomar las drásticas decisiones que ha tomado".
“Pero una vez más quedó claro que el catalanismo político está todavía en las cuestiones previas, y que antes de querer fundar un Estado tendría que saber qué es y cómo funciona”, continuaba. Después añadía: “La UE es un club de Estados que se ayudan entre ellos”.
Detalle que parece que hayan descubierto ahora. Aunque yo estoy convencido de que ya lo sabían porque el exconseller de Exteriores, Raúl Romeva, había sido eurodiputado. No puede alegar desconocimiento de como la gastan los estados.
El sábado asistí a un acto en Sant Vicenç dels Horts a favor de la libertad del expresidente Oriol Junqueras. TV3 empezó su informativo de la noche diciendo: “Sant Vicenç se ha movilizado por ...".
Pero no era cierto. En primer lugar porque la propia cadena habló de "un milar de personas" y la localidad tiene casi 28.000 habitantes. En segundo lugar porque, en las elecciones del pasado 21 de Diciembre, Ciudadanos obtuvo 6.200 votos y ERC unos 4.500. Casi un 10% más a favor de Inés Arrimadas.
En todo caso presencié in situ que la cárcel acojona. El acto fue de una suavidad extrema. Desde luego se pidió la libertad de Junqueras y se criticó al Estado español pero el presidente del Parlament, Roger Torrent, ni siquiera gritó el habitual "Visca Catalunya lliure" al finalizar su intervención. No sé si por razón de su nuevo cargo, por el citado valor pedagógido de la cárcel o por ambos factores a la vez.
Más bien se limitó a glosar la figura de Junqueras. A decir que el exvicepresidente era “un hombre bueno, un hombre de paz” -cosa que no dudan ni siquiera sus rivales- y que no había encontrado "rencor" en Estremera sino "amor".
Al término del acto, sí que se gritó un “visca la República” tras la interpretación de Els Segadors pero que menos. Además podía haber sido la República catalana o la de Beluchistán en el caso que Beluchistán sea una república que, sinceramente, tampoco lo sé.
El editor Eduard Voltas, uno de los columnistas más entusiastas a favor del proceso, lo resumía con estas palabras en un artículo publicado recientemente: “¿Qué nos está pasando? Pues que tienen miedo, como tendríamos usted y yo. La investidura está paralizada por el miedo, pero no sólo la investidura, también la definición estratégica de lo que tendría que ser esta legislatura”. “El estado ha encontrado la tecla”, admitía.
La prueba definitiva es que la exdiputada de la CUP Mireia Boya, citada a declarar por el Supremo como testimonio, ya ha anunciado que irá. Por supuesto ha anunciado que “irá de cara” y que no piensa renunciar a “ni a una coma” de sus objetivos. Pero irá al fin y al cabo. ¿Estos no eran los paladines de la desobediencia?. Así estamos.