Ando como loco buscando un alcalde para Barcelona.
Sólo se necesitan tres cosas: liderazgo, ganas y redes sociales.
Bueno, también tener los pies en el suelo y la cabeza encima de los hombros.
Tampoco es tan difícil viendo el percal a ambos lados de la Plaza Sant Jaume.
Por eso mi primer candidato fue Lluís Bassat.
Leí un artículo en La Vanguardia en el que decía que la ciudad “necesita un revulsivo”.
Recordaba una conversación con Pasqual Maragall en la que éste trazó sus objetivos: “conseguir los Juegos Olímpicos, abrir la ciudad al mar, quitar las vías del tren, la Rambla del Raval, limpiar las fachadas de la ciudad y convertir Barcelona en una gran Barcelona de Mataró a Viladecans”.
Bassat proponía lo mismo: una capital “con más de 50 kilómetros de litoral accesible”.
Éste es mi hombre, pensé. Tiene la ciudad en la cabeza.
Hasta grabé un vídeo hace un par de semanas por si se atrevía a dar el paso.
No he recibido respuesta.
Debió quedar escaldado por su su derrota en las presidenciales del Barça.
El segundo fue el arquitecto Oscar Tusquets. Aunque quedó salpicado por el caso Palau.
En este caso por una entrevista también en La Vanguardia.
“Lo que pasa -afirmaba- es que la alcaldesa Colau odia el coche, odia el turismo, y por fin va a echar a unos y otros aprovechándose de una circunstancia dramática” en alusión a la pandemia. Que gran verdad. Hasta se ha lesionado Pilar Rahola. Que se recupere desde aquí.
El tercero es Lluís Sans, el presidente de Santa Eulalia -la cuarta generación del establecimiento, se dice pronto- y de la Asociación de Amigos del Paseo de Gracia.
El señor Sans no lo sabe pero es uno de mis héroes particulares desde aquel pregón de Santa Eulalia el 12 de febrero del año pasado en el que le cantó las verdades a Colau.
Yo me lo perdí porque tenía otro acto que cubrir pero aquel día, en los mentideros de Barcelona, no se hablaba de otra cosa.
Finalmente alguien se había atrevido a cantarle las cuarenta a la alcaldesa. Y poco antes de las elecciones municipales.
El comerciante advertía que “el optimismo y la ilusión” se estaban esfumando.
No olvidaba ningún tema: las terrazas, los manteros, la turismofobia, lo gentrificación, el ruido, el incivismo.
Y eso que ni siquiera era un político.
Ése es uno de los problemas: Colau no tiene oposición.
Jaume Collboni renunció. Nunca llegará a alcalde. Ya no es alternativa. El pez grande suele comerse al chico. Ha pactado con la misma que le echó con cajas destempladas tras el 155.
Ernest Maragall y JxCat tampoco porque sólo piensan en la independencia o en hacerse la zancadilla mútuamente. Ya lo dijo Torra: "Barcelona ha abdicado de ser la capital". No pueden gobernar la ciudad unos que piensan así.
A Manuel Valls se le pasó el arroz. Fichó al personal equivocado. Excluyo a Xavier Roig. Que buen candidato si hubiera acertado con el equipo. Sólo tiene opciones si hace limpieza.
Ciudadanos es una incógnita. Habrían hecho mejor resultado con Jordi Cañas.
José Bou hace lo que puede, que es más bien poco.
Por eso es urgente empezar a articular una alternativa a Colau desde la sociedad civil -la auténtica, no la subvencionada- de cara a las próximas elecciones municipales.
Que conste que, a estas alturas, lo que le pase a Barcelona me importa poco.
Al fin y al cabo los barceloneses han votado a Colau no una sino en dos ocasiones.
Y mi mujer y yo somos de ésos jóvenes -ahora ya no tanto- que cuando nos casamos fuimos expulsados de la ciudad por el precio de vivienda. Era la euforia postolímpica. Nos comparábamos con Nueva York.
Quizá recordar que entonces los de Iniciativa -el antecedente de los Comunes- no pensaron en hacer pisos de protección oficial ni en la Vila Olímpica. Y eso que gestionaban las competencias de vivienda del Ayuntamiento.
Pero si nadie hace nada Barcelona entrará definitivamente en decadencia. Y eso no nos lo podemos permitir.
Si Catalunya -que va por el mismo camino- entra en declive pero Barcelona aguanta todavía hay esperanzas.
En cambio, si Catalunya y Barcelona entran ambas en barrena por la mala gestión de sus gobernantes entonces no hay nada que hacer. Ja hem begut oli.
Yo estoy a su disposición. Incluso para repartir propaganda electoral si hace falta. Los barcelones -pero sobre todo los catalanes- nos jugamos mucho.
Barceloneses, de ustedes depende.