Creo seriamente que Catalunya está rota por dentro. Y va a costar mucho volver a coserla. Por supuesto, no hemos llegado al nivel de Venezuela o Turquía. Pero ya puede pasar de todo. Tres ejemplos. Y perdonen que les hable desde la propia experiencia personal.
El pasado lunes, saliendo de un debate de Euskal Telebista en el Born al que tuvieron la gentileza de invitarme, me encontré con Ricard Ustrell. Para los que no lo sepan es la nueva estrella ascendente en TV3. Además de presentar el programa de fin de semana en Catalunya Ràdio ahora le han dado un debate el sábado por la noche en la cadena pública. Todo con 27 años.
Claro que hizo méritos. Éste es el que le gastó una broma al rey Juan Carlos por teléfono en el 2011. Al responsable del programa, Pere Mas, se lo acabaron cepillando porque entonces todavía mandaba Unió en la emisora. Pero los de Convergència lo metieron en todos lados. El otro día lo vi hasta de tertuliano en la tele del conde de Godó. Es de los que creen que España es como Turquía.
Ricard Ustrell empezó entonces una carrera fulgurante. Seguramente nadie niega sus dotes comunicativas -y menos yo- pero otros factores deben haber ayudado: es uno de los nuestros. El otro día salió con una camiseta a favor del referèndum. Nos quejamos mucho de TVE -y sin duda con razón- pero yo todavía no he visto a ningún presentador con la camiseta a favor de la unidad de España. Ni quemar una estelada en directo. En TV3 al menos quemaron una Constitución.
Y un amigo mío, gran periodista por otra parte, salió en el programa de la noche anterior a la votación bromeando con un tricornio. Me temo que le ha costado el puesto de trabajo. Nadie hace algo semejante si no es con el beneplácito del presentador, claro.
Pues bien, el señor Ustrell me dedicó un día un tuit en el que decía que yo era "mala persona". Hombre, yo creo que a Xavier Rius -o a perico de los palotes, da igual- le puedes llamar atracador, homicida o incluso violador en serie si tienes una sentencia judicial en firme que lo dice. ¿Pero “mala persona”? ¿Quién se cree que es? ¿Dios?
Y, lo que me parece más grave, Ricard Ustrell -como decía antes- es una estrella de la Corpo. Es un personaje público de Catalunya Ràdio y ahora de TV3. Lo quiera o no, en las redes sociales él también representa a la CCMA. Por otra parte, una empresa pública de la Generalitat.
Me lo encontré por casualidad. Colgué rápidamente el móvil. Puso cara de sorpresa. Me tendió la mano. Me negué. Puedo ser muchas cosas pero imbécil, no. Intenté exponerle todos estos argumentos. No hubo manera. Insistió en que yo era mala persona. Y que por qué no lo podía poner en twitter si era verdad. Incluso creí entender que había estado benigno en su opinión.
Parece que, en realidad, soy un facha, un xenófobo o directamente un hijo de puta. Véte a saber. De hecho, estoy hasta bloqueado en su twitter. Cosa que le agradezco mucho. Está en su derecho. Ahí no me meto.
Vista la diferencia de edad -yo ando por los 53- me sentí como el profesor que pilla al alumno con una travesura y que cuando le explica que hay cosas que no puede hacer él otro insiste en hacerlas.
Iba acompañado de presencia femenina. Me pareció que hasta sonreía en algún momento. Igual él se sintió más hombre. En el reino animal, el macho tiende a reafirmarse en situaciones similares si se halla en presencia de la hembra.
Lo que me duele es que un día me quejé, antes de una comisión de control parlamentario, a la presidenta de la CCMA, Núria Llorach, y me dio toda la razón. Posteriormente me la encontré en un acto público y hasta me aseguró que le había dado un toque. Ahora veo que es falso. No hay nada que me cabree más, Núria, que me engañen. La mala leche es una de mis escasas virtudes.
También intenté quejarme en su día ante el director de Catalunya Ràdio, Saül Gordillo, pero no se pone al teléfono. Y también me tiene bloqueado en twitter con lo cual tampoco puedo mandarle mensajes. Habrá que esperar a la próxima rueda de prensa.
No se crean. En las redes sociales son muy valientes pero si te pones delante aligeran. Son metro ochenta y más de cien quilos de sobrepeso. Otra estrella de TV3, Xavier Sala i Martín -ahora le han dado la segunda temporada junto a su inseparable Tian Riba- me dijo en otra ocasión “sanguijuela”. También en la red. Y eso que es profesor en Columbia.
Un día opté por ir a la presentanción de su programa y sentarme en primera fila. Cuando le pregunté por qué era una “sanguijuela” me soltó un rollo bíblico de dos minutos. Pero fue una lástima: no volvió a mencionar la expresión.
El segundo ejemplo de pacífica convivencia es el club de bàsquet de la Bisbal de l’Empordà. Más de 4.000 seguidores en twitter. Hasta ahora, especialmente los últmos días, me habían dicho de todo. Desde “miserable” a “inmundicia” pasando por “bilioso” o “resentido”. Incluso se habían metido con mi madre, que falleció en el 2011.
Pero no me había encontrado nunca que lo hicieran desde una cuenta oficial. Ni que decir que, al linchamiento, se apuntaron no sólo diversos tuiteros -supongo que socios de la entidad- sino también algún otro equipo de básquet.
Lo que más me sorprendió es que, como suele pasar en Catalunya en los últimos tiempos, hablaban en nombre del pueblo. Curiosamente, en un tuit adjuntaban los resultados de la votación en su muncipio: había participado sólo el 52% del censo. Un poco menos de la mitad. Eso sí: ahí estaban dando lecciones.
Luego hemos pasado a la tecera fase, la de las esencias, porque la cosa va a más. Al día siguiente tuve una doctora de mi misma localidad, Martorell -a treinta kilómetros de Barcelona- que decía que el problema es que yo no respetaba la tierra.
No he entendido nunca como se mide el amor a la tierra. Si por el número de tomates cultivados, en caso de disponer de huerto propio, o por la afición a la jardinería. Yo soy muy malo para estas cosas. Como para las de la casa en general. Detesto hasta cambiar una bombilla.
Sé distinguir una rosa de un geranio porque, de joven, era un romántico empedernido y enseguida les mandaba flores. Pero poca cosa más. Como me dijo un seguidor en facebook: “No la visites, que te recetará cianuro en vez de ibuprofeno”.
En fin, perdonen el tostón, pero va el último ejemplo. Este viernes me levanté y un seguidor en twitter me ha puesto en una lista de “Anticatalanes”. ¿Cómo vamos a acabar? Lo jodido es que me insultan los míos. Ya me perdonarán pero yo he estado siempre a favor de la independencia. Desde los catorce años. Y no voy a cambiar a estas alturas.
El otro día me invitaron a dos televisiones tan dispares com Intereconomía y Euskal Telebista -lo cual, ya me perdonarán el autobombo, dice algo de mi credibilidad- y empecé sendas conexiones con una estelada en la mano por si había alguna duda.
Pero lo de siempre: no puedes hacer la independencia con la mitad del país. Lo que digo yo lo dijo también Antonio Baños en la noche electoral y a él no lo han puesto a parir. Aunque ahora empiezan a verlo. Les ha entrado el tembleque. El temblor de piernas.
¿Ahora? ¿Ahora que estamos justo delante del precipicio? O directamente cayendo en él. A mi me han llenado de mierda por decir lo que pienso y por decirlo desde el principio. A otros los han llenado de honores.