Querría rendir homenaje al padre de Albet Soler que, a sus 90 años, resiste el tipo.
Es el señor que sale a la derecha de la imagen en una foto que colgó el propio Albert en su facebook hace tiempo. La guardé para una ocasión como esta.
Fue la persona que definió a Carles Puigdemont como “el Vivales", definición que luego ha popularizado su hijo en sus artículos en el Diari de Girona.
No hace falta decir que acertó. Vaya si acertó.
De hecho, pasado el tiempo, hay que admitir que hasta se quedó corto.
Yo creo que en su último video desde Waterloo Carles Puigdemont ha pasado directamente de "vivales" a jeta.
No hay palabras.
Asegura que el Govern está gestionando "con éxito" la pandemia.
Que la culpa del colapso con las ayudas a los autónomos es del "marco autonómico".
Que “la represión del Estado no se ha parado”. Resulta fácil decirlo cuando estás libre. Junqueras está en Lledoners.
Y que la única solución es “avanzar hacia una amnistía”.
A ver si lo entiendo: ¿Hemos hecho todo el proceso para acabar pidiendo la amnistía?
Para eso nos ahorrábamos el lío y ahora no estaría medio exgobierno huido y el otro medio en la cárcel. Amén de otras consecuencias políticas, económicas y hasta sociales.
Los padres del periodista Albert Soler, en una foto reciente
Luego insiste en que hay que “retomar el hilo del referéndum” y cita a los “más de dos millones catalanes y catalanes que expresamos nuestra voluntad de vivir en una república independiente”.
Como siempre se olvida de la otra mitad.
“Hemos de terminar el trabajo” añade y pide “un gobierno fuerte de verdad”.
Al menos admite que el de ahora no lo es.
Para ello la condición es que JxCat haga “un muy buen resultado”.
¡Ojo! No dice el independentismo en su conjunto. No, cita a los de Junts. Los de Esquerra que se jodan. Y eso que son socios de gobierno.
Luego intenta dorar la píldora para justificar que no encabezará la lista.
Dice que participará en las elecciones "para liderar la tarea”.
Pero lo disimula explicando que “no lo haré solo” sino al frente de un equipo.
Se le ha olvidado recordar que, en el 2017, ya dijo que si podía ser presidente volvería. Hasta lo repitió su directora de campaña, Elsa Artadi. Luego no cumplió.
Ahora tienen un problema porque, para su electorado, no es lo mismo Puigdemont que Borràs o Calvet.
Pero fíjense que insiste que, en caso de ganar, “liderara” el proyecto
Lo que significa que Borras o Calvet serían otro Torra. Puigdemont manejaría los hilos entre bambalinas.
Eso sí, asegura que en las últimas semanas ha recibido “miles de peticiones” para que de el paso.
Me recuerda a Josep Lluís Nuñez, aquel presidente del Barça que volvió a presentarse porque "el soci" se lo había pedido.
Finalmente termina apelando a un “futuro de prosperidad”. Si con la que está cayendo sólo hablan de independencia apaga y vámonos.
Lo que no acabo de entender es cómo pudimos encumbrar a Puigdemont.
Y que, en las últimas elecciones, casi un millón de personas confiara en él.
No sé si han dado cuenta a estas alturas del engaño. La independencia es como lo de la zanahoria.
Si Puigdemont fuera un Braveheart, un George Washington o un Gandhi quizá hasta yo me apuntaría.
Al contario, ha conseguido vivir toda la vida sin pegar un palo al agua.
Lleva puesta la etiqueta de emprendedor digital.
Pero a mi, que me acaban de quitar la subvención, puedo asegurarles que es muy fácil ser un emprendedor con fondos públicos.
En su época fundó la ACN, la Agencia Catalana de Notícies.
Era el proyecto de las tres diputaciones gobernadas entonces por CiU (Girona, Tarragona y Lleida) para contrarrestar la socialista ComRàdio.
Hasta su amigo Vicent Sanchis ordenó que lo entrevistaran para la contraportada del Avui.
Luego llegó a alcalde de Girona al segundo intento.
Cuando el nadalismo como filosofía municipal había dejado de existir y el PSC iba ya de baja.
La ciudad se les había resistido hasta entonces a los de CiU.
Como diputado al Parlament pasó sin pena ni gloria. No le recuerdo ninguna intervención destacada.
Fue de aquellos alcaldes que CiU metió en las listas cómo recompensa por su éxito electoral o para mejar su sueldo.
Había más. Así a bote pronto: Ferran Bel (Tortosa), Pere Regull (Vilafranca) Albert Batet (Valls), Lluís Guinó (Besalú) y el propio Puigdemont.
Quizá me dejo alguno pero no deja de ser curioso que, de toda esta lista, sólo Batet y Pugidemont hayan hecho carrera.
Dice mucho sobre la sociedad catalana.