Yo me alegro mucho, sobre todo por él, de que los empresarios hayan reelegido a Josep Sánchez Llibre como presidente de Foment del Treball.
Pero dice muy poco sobre los empresarios catalanes que reelijan a un expolítico.
Porque es sabido que, de los dos hermanos, Josep era el que se dedicaba a la política y Dani era el empresario: el que llevaba las riendas de la empresa familiar.
De hecho Dani ya demostró notable olfato empresarial desprendiéndose a tiempo las acciones del Espanyol. Probablemente hizo el negocio de su vida.
Me voy a ahorrar otras consideraciones como que Josep ha convertido Foment en una especi de Unió en miniatura.
O que formaba parte de la dirección de un partido, Unió Democràtica, que acabó cerrando con una deuda nada menos de 22 millones de euros.
Inspira poca confianza, la verdad, sobre la capacidad de gestión de los exdirigentes de UDC aunque creo que él no estaba en el núcleo duro económico-financiero.
Pero su reelección demuestra también que como ha ido cayendo nuestra clase empresarial.
Enric Millo ya me explicó un día que, cuando era delegado del gobierno, iban empresarios a su despacho en los días álgidos del proceso pidiéndole medidas con urgencia
- “Haced algo”, le decían
Creo que él, invariablemente, les respondía:
- “¿Y vosotros?”
Porque, en efecto, en público todo el mundo guardaba silencio.
No sabría decirles si la anécdota me la contó durante la entrevista que le hice con ocasión de su libro (“El derecho a saber la verdad”), posteriormente o incluso en privado
Pero da igual. Me va permitir la indiscreción.
Como el exconsejero Antoni Fernández Teixidó, el fundador de Lliures.
Exsuperconsejero en este caso porque en el último gobierno Pujol lo fue de Trabajo, Industria, Comercio y Turismo.
Hace años lo visté en su despacho profesional -éste puede ganarse la vida al margen de la política- y me confesó que había empresarios que no querían dar de la cara o incluso se daban de baja del partido porque la Generalitat les adjudicaba contratos.
Espero que también me permita la indiscreción.
La pela es la pela, que decía Cruyff
Aunque, con un presupuesto de más de 40.000 millones, es evidente que el Gobierno catalán tiene poderosas medidas de coerción.
Pero todo ello refleja que los empresarios catalanes, como otros representantes de la mal denominada sociedad civil, tampoco estuvieron a la altura con el proceso.
Todos callaron.
Las patronales, los sindicatos -estas iban recibiendo subvenciones y Creus de Sant Jordi-, los medios de comunicación, los periodistas, los intelectuales y los historiadores.
Así estamos ahora como estamos.