TV3 transmite respecto a España el mismo complejo de superioridad que transmiten Quim Torra o Elsa Artadi en sus declaraciones públicas: Es un país rancio, atrasado, carpetovetónico. Los catalanes, en cambio, somos modernos, avanzados, chachi-pirulis. En resumen: la hostia.
Sólo hay que ver el reciente informe de Tribunal de Cuentas europeo sobre la red de alta velocidad. Denunciaba líneas infrautilizadas, sobrecostes económicos e intereses políticos. Recuerdo, por ejemplo, la exminsitra Magdalena Álvarez inaugurando el trazado hasta Málaga poco antes de unas elecciones en las que ella se presentaba como cabeza de lista.
En España, en efecto, se han hecho verdaderas barbaridades en materia de infraestructuras. Como algunos tramos del AVE, las autopistas de Madrid o los aeropuertos de Ciudad Real y de Castellón. Al de Teruel creo que le han encontrado un uso
Pero en Catalunya, también. Aquí pusimos la estación del AVE ni en Tarragona ni en Reus sino en medio del campo: se llama precisamente Camp de Tarragona. Como la comarca. Cuando se detiene el convoy, miras por la ventana y te das cuenta de que estás en medio del bosque.
A todos los consellers de Política Territorial que he conocido les he preguntado cómo eligieron semejante sitio. Ninguno supo decirme. O no quiso para no echarle el muerto a su un antecesor. Supongo que fue cosa de la tradicional rivalidad entre Tarragona y Reus. Una solución de compromiso.
También el bucle del AVE en el Baix Llobregat que pactaron, en el 2001, el Gobierno catalán y los alcaldes de la zona con el entonces ministro de Fomento, Francisco Álvarez-Cascos. La foto quedo preciosa. Pero el AVE sigue sin llegar al aerpouerto.
Y pasa junto al Llobregat. Como la autovía de Lleida pero ésta se halla un pelín más lejos. Creo que el último desbordamiento de este río fue a principios de los 70. Y no debe tocar otro hasta dentro de 200 o 300 años. Pero como pase antes nos quedamos sin vías. Las obras públicas se las tendríamos que dejar a los ingenieros. Mal asunto cuando se meten los políticos de por medio.
En Catalunya, por supuesto, estas cosas no pasan. O al menos no salen por TV3. Bueno, en materia de aeropuertos tenemos el de Alguaire (Lleida). Me parece que la única vez en el que ha aterrizado un airbus de los grandes fue el día de la inauguración. Todavía con el tripartito.
El proyecto costó unos 100 millones de euros. Un poco más porque luego la Sindicatura de Cuentas detectó irregularidades. Ahora sirve para llevar turistas ingleses a esquiar a Andorra. Pero para eso quizá haberlo hecho más cerca del principado.
Sin olvidar la línea 9 del Metro: unos 16.000 millones. ¡Y es más rápido ir al Aeropuerto de Barcelona en autobús que en Metro!. Un día, en los pasillos del Parlament, el conseller Rull -ahora de los que permanece en prisión- me confesó que no entendía cómo habían hecho hasta seis estaciones en el término municipal del Prat.
En fin, lo dicho. Los promotores del proceso cometieron diversos errores: sobrevalorar las propias fuerzas -no se puede declarar la independencia con sólo el 47% de los votos- y subestimar al Estado, a la justicia e incluso a Mariano Rajoy.
Pero sobre todo subestimaron a España. Algunos todavía creen que es como cuando Alfonso XIII visitó las Alpujarras allá por principios del siglo pasado.
Que yo sepa el Estado español forma parte de la UE, de las Naciones Unidas, de la OTAN, del FMI, del Banco Mundial, de la OCDE, del Consejo de Europa, de la Unesco y hasta de la Federación Internacional de Petanca. Fueron unos pardillos. Así han acabado.