El portavoz de Ciudadanos, Carlos Carrizosa -el del “puñetero castell"- se desgañitaba el otro día desde la tribuna del Parlament.
“Existe -decía durante el debate sobre la convivencia- una verdadera fractura social en Catalunya. Es inocultable, es innegable pese a que ustedes la nieguen”.
Carrizosa se quejó de que "a veces reconocen que hay cuando quieren imputarle la fractura a Ciudadanos. Entonces sí que dicen que hay fractura social”.
Aunque quizás, de todas sus afirmaciones, me quedó con la réplica: “Todos los que no estamos de acuerdo con lo que ustedes están haciendo somos fachas”.
Los partidos que dan apoyo al Govern, por supuesto, negaron de plano que hubiera tal fractura.
Vidal Aragonés, de la CUP, dijo que hay una “fractura social de clase”.
“Nosotros -proclamó- les vamos a negar que haya fractura social derivada de lo que es el proceso de construcción nacional de nuestro país. Pero sí pensamos que hay otra fractura social que se da también en el resto de estados de nuestro entorno. Y esta fractura social es una fractura social de clase".
Por unos momentos pensé que querían recuperar el bloque soviético.
Anna Caula, de Esquerra, afirmó que “hay desigualdades que se han de combatir para tener una sociedad más cohesionada y más justa pero lo que no hay es una fractura por razón de identidad”.
Luego salió con lo de la sociedad civil: “Decir que hay fractura equivaldría a menospreciar los vínculos sólidos, construidos a lo largo de muchos decenios, de asociacionismo activo alrededor de los parques públicos, de las escuelas y tantos otros espacios de convivencia que se han ganado a pulso en las barriadas.”
Parecía el president Torra hablando de los ateneos populares. Pero lo que más me llegó al alma fue cuando dijo que “la invocación de la fractura es performativa.”
Aurora Madaula, de Junts per Catalunya -que por momentos parecía de la CUP- negó “rotundamente que en Catalunya haya ni fractura social ni tampoco problemas de convivencia”.
“Lo que vivimos -continuó- es un problema político, un conflicto político que ustedes y otros partidos de esta cámara han querido judicializar”.
Por supuesto la culpa es de Ciudadanos. Los comparó con el Ku Klux Klan.
“Si ustedes tirasen a la papelera los cúters, las tijeras, las escaleras y no se apuntasen a los comandos que se visten como el Ku Klux Klan no tindrían ningún arumento para hacer este debate”, afirmó en alusión a los que retiran lazos amarillos.
Pero ello refleja también el concepto que tienen algunos: unos pueden colgar lazos en el espacio público pero los otros no los pueden descolgar. Un sol país.
Madaula hasta recurrió a un estudió del Instituto Catalán Internacional por la Paz -sí: Catalunya tiene un Instituto Catalán Internacional por la Paz- que me recordó los estudios del CAC sobre la neutralidad de TV3.
En fin, a ver si lo entiendo.
En Canet de Mar y en Llafranc estuvieron a punto de llegar a las manos por las cruces en las playas.
En Verges los que arrancan lazos amarillos se encararon a gente del pueblo. Creo que alguno hasta exhibió una navaja.
En el Parque de la Ciutadella una señora acabó por los suelos.
Luego hay aquella pelea entre un fotógrafo y un policía. A ver si llega el juicio y nos enteramos finalmente de qué pasó.
O aquel cámara que confundieron con uno de TV3. Había una señora histérica chillando “es de TV3, es de TV3”. Como si viera el diablo.
Un periodista de Intereconomía también tuvo que salir protegido por los Mossos de la Bolsa de Barcelona el día de la huelga.
En una manifestación de policías, un indepe le rompió la nariz a una participante.
En la misma manifestación, los Mossos aguantaron estoicamente una lluvia de pintura.
Hace unos días los CDR quisieron asaltar el Parlament.
A un equipo de TV3 lo echaron el sábado de la manifestación de la Hispanidad.
Y seguramente me dejo algún incidente. No llevo la cuenta.
Los catalanes estamos a punto de llegar a las manos y el Govern lo niega.
Al día siguiente de que hubieran negado la fractura, el director de teatro Lluís Pasqual afirmó que hay un “tensión continuada en Catalunya” y que todo ha sido una operación orquestrada.
A veces, el teatro está más dentro del Parlament que fuera.
¿Pero cómo puede ser que nieguen la evidencia? Hacerlo sólo empeora el problema.
Hasta el presidente de la cámara, Roger Torrent, se comprometió tras llegar al cargo a "recoser" la sociedad catalana.
Estamos esperando. Parece que lo ha olvidado.