No me gustan las comparaciones históricas y menos cuando hay guerras de por medio. Pero el 31 de Enero del 2018 pasará a la historia como el día negro del procés. Como el 8 de Agosto de 1918 para el Ejército alemán durante la I Guerra Mundial. El primer día de la batalla de Amiens: La ofensiva final de los Aliados. El principio del fin.
Los soldados del káiser, que habían tenido la entrada en París al alcance de la mano, empezaron a rendirse en masa. Quizá fueron los primeros en darse cuenta de que la guerra no podía ganarse. Que los habían engañado. Y que la superioridad en hombres y en material de los potencias aliadas era abrumadora.
De hecho lo veían cada vez que pillaban a un prisionero: mientras ellos iban muertos de hambre por culpa del bloqueo a los otros les sobraba hasta el tabaco. No se puede hacer la guerra con el estómago vacío. Es la primera norma del generalato.
Tampoco puede compararse la guerra con la política -aunque la política es la guerra sin sangre- pero si Mas o Puigdemont hubieran leído a Clausewitz y a Sun Tzu seguramente los catalanes no estaríamos como estamos.
El primero ya advirtió que “ninguna actividad humana guarda una relación más universal y constante con la guerra que el azar” -como que te pillen unos mensajes en Bruselas-. Mientras que el segundo alertó varios cientos de años antes que el prusiano que un conflicto “si se pierde, puede conducir a la ruina del Estado y al fin del propio líder”. En eso estamos.
Porque este miércoles se han acumulado las malas noticias. Por una parte, Carles Puigdemont admitiendo que el proceso is over aunque sea en un mensaje privado: "supongo que tienes claro que esto se ha acabado. Los nuestros nos han sacrificado. Al menos a mí".
Por otra, el soberanismo peleándose en vivo y en directo ante los micrófonos de Catalunya Ràdio. Mònica Terribas y Saül Gordillo debían querer echar un cable a la causa y la jugada les ha salido por la culata.
Una emisora pública no debería montar sólo debates entre soberanistas. Carles Riera hasta repetía: hace unos días ya estuvo con Josep Rull. Como aquel famoso .Cat de TV3 en que todos eran de la misma cuerda.
Mariano, no hace falta que hagas nada. Los mismos que han impulsado el proceso han comenzado a despellejarse. Han tensionado la sociedad al máximo y ahora han empezado a estallar las tensiones entre ellos. La burbuja está a punto de explotar.
Sólo hace falta ver como acogió JxCat el aplazamiento del pleno de investidura: hasta hicieron constar en acta su malestar. Y como me decía mi apreciado colega Miquel Giménez en twitter: "pronto veremos también la Noche de los Cuchillos Largos".
El problema es que el proceso está cogido con pinzas: han querido vender a través de TV3 y Catalunya Ràdio -con la complicidad de sus profesionales- que está todo el país detrás cuando había solo menos de la mitad del censo electoral.