Aunque no esté de moda quiero dar las gracias a los padres de la Constitución, incluso a los difuntos: Gabriel Cisneros (UCD), Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón (UCD), José Pedro Pérez Llorca (UCD), Manuel Fraga (AP), Gregorio Peces-Barba (PSOE), Miquel Roca (Minoría Catalana) y Jordi Solé Tura (Grupo Comunista).
Hicieron lo que pudieron, que ya es mucho. Desde luego hay artículos que ponen los pelos de punta incluso a mí, cosa francamente difícil en mi caso. Como el octavo, que establece que las Fuerzas Armadas "tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional”.
Pero ahora tiende a olvidarse el poder que todavía tenía el Ejército -un ejército franquista- apenas salidos de la dictadura. No fue sólo el intento de golpe de estado del 23-F (1981): los tanques por las calles de Valencia y los guardia civiles armas en ristre en el Congreso. Hubo también otros que pasaron más desapercibidos como la Operación Galaxia (1978) o el planeado durante el día de las Fuerzas Armadas en La Coruña (1985). Se trataba de hacer volar la tribuna de autoridades entera. Supongo que inspirado un poco en la muerte del entonce presidente egipicio, Anwar el-Sadat, durante un desfile militar.
Vamos a ser francos, nunca mejor empleada dicha palabra: ahora hay muchos antifranquistas. Pero las tropas de Franco, en Catalunya, entraron por la Diagonal sin pegar un solo tiro. Tras tres años de guerra, todo hay que decirlo. Y Franco murió en la cama. Entubado, pero en la cama. En Portugal al menos tuvieron la gentileza de hacer una revolución. La burguesía catalana -con alguna excepción como Joan Baptista Cendrós y el resto de héroes que fundaron Òmnium- era básicamente franquista y hablaba en castellano. No sólo el servicio, también entre ellos.
En general, las clases medias fueron franquistas porque Franco garantizaba estabilidad política -aunque fuera a garrotazos- y progreso económico. También porque algunos recodaban los desmanes de la República. Este jueves se cumple precisamente el 85 aniversario de la matanza de Casas Viejas. Apenas dos años después de su proclamación, anarquistas intentaron instaurar el comunismo libertario en esta localidad de Cádiz. Destituyeron al alcalde y mataron al sargento de la Guardia Civil y a un agente. La República reaccionó a sangre y fuego. Siempre estuvo acosada a derecha e izquierda.
Y, si me permiten una última recomendación de un simple plumilla: la Constitución mejor no tocarla. Al fin y al cabo es un trozo de papel. Las mejores constituciones suelen ser las que se tocan poco. Reformar la Constitución es abrir la caja de los truenos. En Catalunya ya pasó con el Estatut, un Estatut las competencias del cual ni siquiera se habían traspasado del todo. Yo hubiera preferido un buen pacto fiscal antes que liarse la manta a la cabeza. Así estamos.