La verdad es que tenía pocas esperanzas despositadas en el último comité federal del PSOE.
Sólo me faltaba ver a la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, cabeceando afirmativamente a las palabras del líder a través de la televisión.
A Patxi López posando con cara de agradecimiento. "Este me ha sacado del apuro”, debía pensar.
¡Hasta a Albares sentado en primera fila!
Ahora entiendo el parche con Ceuta y Melilla.
Albares, por cierto, es aquel que salía en aquella foto famosa del Falcon aunque entonces todavía no había llegado a ministro de Exteriores.
Ahora ha cambiado hasta el peinado.
Y, por supuesto, también al tándem Miquel Iceta-Salvador Illa.
A Iceta le han dado la secretaria de Memoria Democrática -probablemente la última sinecura de una larga trayectoria- y todavía lo venden como un reforzamiento del PSC.
¡Incluso mi añorada Eva Granados sonriendo! Yo creo que Illa la envió a Madrid para sacársela de encima.
En fin, los cambios en el PSOE se resumen en María Jesús Montero por Adriana Lastra, que ni siquiera se dejó ver, de número dos de Ferraz. La ministra de Hacienda que ha firmado todos los cheques. ¡Hasta el bono cultural!
Mientras Nadia Calviño la enviaba a lidiar con al banca por el nuevo impuesto.
Después el mencionado Patxi López de portavoz en el Congreso. ¡No acabó ni la carrera! A los 28 años ya era diputado. Ahí sigue con 63. Rozando la jubilación.
Y la ministra de Educación, Pilar Alegría, de portavoz en el partido.
En Cataluña ha dejado un recuerdo imborrable a los que pidieron, en los tribunales, un 25% de castellano en las escuelas.
Pasó de puntillas sobre la decisión del TSJC. Ni siquiera pidió la ejecución de la sentencia. No fuera a enfadarse Esquerra.
Ahora va para largo. El TSJC lo ha enviado al TC. El próximo curso todo igual.
Por eso, si éstos tienen que salvar al PSOE estamos arreglados.
Como se pueden imaginar a mí, lo que le pase al Partido Socialista, me la trae al pairo.
Pero me preocupa el partido que dejará Sánchez y, sobre todo, el país.
Es cierto que, por deformación profesional, tiendo al pesimismo, casi al existencialismo, pero sospecho que mucho peor que Zapatero, que ya es decir.
Al PSOE, en cuanto gane el PP, le espera una larguísima travesía del desierto. E incluso una refundación. Si resiste la prueba porque miren cómo ha acabado Ciudadanos.
Al fin y al cabo el comité federal del sábado no fue un comité federal, fue una balsa de aceite.
Hasta el corresponsal de TV3 se atrevió a decir que fue una reunión “sin críticas, sin ningún cuestionamiento” y que Sánchez despachó los cambios en quince minutos.
En efecto; el líder del PSOE no hizo un discurso, hizo un mítin.
“Vamos a gobernar para sacar adelante el país, guiarnos por el interés general, vamos a gobernar para la mayoría social como estamos gobernando”, afirmó.
Después de haberse escorado tanto a la izquierda en el último debate del estado de la nación no sé como tomar eso de la “mayoría social”.
A mí me vinieron a la cabeza los consejos nacionales de Convergencia.
En la época de vacas gordas los hacían en un hotel en Bellaterra (Barcelona) propiedad de un histórico del partido.
También todos aplaudían.
En los consejos nacionales de Convergencia también aplaudían
Ahora Convergencia -apenas ha pasado un lustro-, ni siquiera existe.
Pasaba como en el PSOE: todos tenían cargo público. ¡Quién se atrevía no ya a criticar sino simplemente a discrepar de Mas!
Nadie.
El resto de la historia, como decía, es conocida.
Pero tan sólo diez años antes atesoró un inmenso poder.
Al comienzo de la década anterior gobernaban en la Generalitat, en el Ayuntamiento de Barcelona y en las cuatro diputaciones -en algunas con Esquerra.
En las generales del 2011 llegaron a alcanzar ¡dieciséis diputados!. Lo nunca visto.
Ahora están en el Grupo Mixto. Y peleados: Junts por una parte y el Pdecat, por otra.
A éstos últimos les queda un Telediario. Ni siquiera obtuvieron representación en el Parlament. La líder ha fundado un nuevo partido a ver si hay más suerte.
Aviso, pues, a navegantes.
Que conste que, pese a las críticas, a Pedro Sánchez tiene mi consideración.
Nunca subestimes a alguien que es capaz de llegar a La Moncloa con ¡85 diputados!
Me ahorro otros episodios como que lo echan, vuelve, gane las primarias y hace un partido a su medida.
O que gana dos elecciones consecutivas.
Las primeras fueron las del pacto fallido con Albert Rivera.
Y las segundas las del pacto con Pablo Iglesias, aquel que provocaba insomnio al “95% de los españoles”.
Ayuso se atribuyó el mérito de que el segundo ya no esté en política.
Pero, en realidad, es de Sánchez.
El líder del PSOE, como me decía el otro día Ignacia de Pano, es un "killer".
No tiene escrúpulos. Ni siquiera para los de su propio equipo.
Si no que se lo pregunten a Ábalos.
O a Juan Carlos Campo, el ministro de los indultos, que se enteró en la playa de su cese.
Por eso, tras las últimas medidas económicas aprobadas por Moncloa, decidí entrevistar a Mariano Guindal.
Hay que recordar que fueron en dos tandas.
Primero las de Consejo de Ministros del pasado 25 de junio: la limitación de la subida de alquileres -¿por qué tienen que pagar siempre los propietarios?-, el descuento en la gasolina, los 200 euros para las rentas más bajas y el aumento del 15% de las pensiones no contributivas.
Luego el giro a la izquierda durante último estado de la nación de los pasados dáis 12, 13 y 14 de julio. En Francia, tres siglos antes, empezaron a rodar cabezas. Incluso la de un rey: impuesto a los bancos, Cercanías gratis total, bono cultural de 100 euros para estudiantes.
¡Con una deuda que roza el 120% del PIB!
Los alemanes deben ir preguntándose: ¿Pedro, y esto quién lo paga?
Mariano, me va permitir que lo tutee, es el decano de la información laboral y casi diría que económica.
Con 71 años y tres cánceres a cuestas, todavía al pie del cañón.
Hay que decir que, a finales de los 90, Mariano y yo coincidimos en la delegación en Madrid de La Vanguardia lo cual facilita las cosas.
Pero yo entonces era un becario -que es lo que sigo siendo- y Mariano el que más sabía de economía.
Atinadamente; el entonces director, Juan Tapia, lo fichó atinadamente para sustiuir a Ernesto Ekaizer.
Salimos ganando. Incluso en lo humano.
Por eso cuando, en la entrevista, dijo que “Pedro Sánchez es un trilero” me dejó frío a pesar de las temperaturas estivales.
No sólo por la política económica o la inflación desbocada, que también, sino porque la conversación derivó hacia la “calidad democrática” del Estado.
Esto es lo más grave.
- "¿Hay que pensar mal con Indra?”, le pregunté sobre la empresa que gestiona los datos electorales y eso que conozco a Marc Murtra, su nuevo presidente, desde hace muchos años.
Y me dijo que sí: “El gobierno quiero controlar Indra. A los consejeros independientes los ha echado”.
Luego hablamos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) e incluso del Banco de España o del CIS de Tezanos.
Y si no nos dio tiempo de hablar del último fiscal general del Estado fue porque todavía no lo habían nombrado.
Pero la conclusión de Mariano fue tajante: “Se ha deteriorado mucho el Estado”.
“Las instituciones tienen que ser independientes y si no el país se te viene abajo”, añadió.
Que conste que Mariano ha sido uña y carne de todos los ministros de Economía y de Trabajo desde los inicios de la Transición.
Tenía acceso a todos ellos e incluso más arriba. En el PSOE o en La Moncloa.
Puedo dar fe, por ejemplo, con Joaquín
¡Fue el de la pregunta de Rumasa a Miguel Boyer!
Pero Mariano es, sobre todo, un tío honesto.
Hasta confesó que había votado a Sánchez.
Y que siempre se había considerado “un hombre de centroizquierda”.
Como otors periodistas de su generación que empezaron durante el franquismo.
A pesar de eso admitió que “veo mejor gestor a Nuñez Feijoo que a Pedro Sánchez”.
Que conste, insisto, que Mariano es del PP ni de Vox ni un “fascista”, término con el que se suele bautizar ahora a todo el que discrepa. Sobre todo en Catalunya.
Al contrario, basta leer sus orígenes.
Para los que no lo sepan, nació y se crió “en un chabola de los arrabales de Madrid”.
En una infancia “marcada por el hambre, la represión y la miseria cultural” como explica en sus memorias, que evidentemente recomiendo.
Para ir abriendo boca tienen otra entrevista que le hice en junio de hace dos años a raíz de su publicación.
Llegó al periodismo por vocación y trabajando duro tras pasar incluso por un orfanato de Cercedilla.
Por todo eso me dejó preocupado. Muy preocupado.
Porque los países, para funcionar, necesitan partidos sólidos y honestos a derecha e izquierda.
Y da la sensación de que Sánchez dejará tierra quemada, un páramo, un terreno baldío.
Fíjense, por ejemplo, que diferencia entre el comité federal del PSOE y los conservadores británicos.
¡Allí han echado al primer ministro!
Nada de designaciones a dedo o falsas primarias: seis candidatos se disputan el puesto.
Como en su día echaron nada menos que a Margaret Thatcher. Cuando vieron que restaba más que sumaba.
En fin, no les molesto más porque vaya tostón de artículo me ha salido.
Pero creo que la política de Sánchez es: “que viene el malo” en alusión al PP.
El voto del miedo puede movilizar en ocasiones pero no cuando la situación es tan precaria.
No basta con echarle el muerto a la oposición.
Por eso, dentro de unos años, cuando el PSOE ya sólo sea una sombra de lo que fue habrá que recordar a los que posaron aquella foto del 23 de julio del 2022.
Todavía están tiempo de reaccionar: ¡hagan caso a Mariano!
En caso contrario no los absolverá ni la historia.