Empiezo a tener serias dudas sobre el liderazgo de Oriol Junqueras. El pasado martes tuvo la ocasión de comparecer en la habitual rueda de prensa de cada martes para dar su versión sobre las más de 700 empresas que se han ido de Catalunya.
Algunas tan importantes como CaixaBank, BancSabadell, Planeta, Gas Natural, Abertis, Catalana Occidente, Bimbo o Pastas Gallo. También La Bruixa d’Or, hasta ahora con sede social en Sort, la capital del Pallars Sobirà.
Pero no lo hizo. En cambio, salió el portavoz del Govern, Jordi Turull, y el consejero de Exteriores, Raül Romeva, para hablar de los Jordis e implorar diálogo. Turull mencionó esa palabra una cuarentena de veces. Independencia sólo dos. Son los nuevos tiempos.
Mientras que el vicepresidente prefirió ir a primera hora de la mañana en Rac1. Y por la noche en TV3. Prensa amiga. Además, es más cómodo una entrevista entre colegas que contestar las preguntas de una treintena de periodistas.
Me perdí por prescripción facultativa la de Rac1. El médico me ha prohibido terminantemente escuchar dos entrevistas de Junqueras el mismo día. Pero la del programa Més324 fue aquella en la que el vicepresidente culpó del éxodo empresarial a policías y guardias civiles por "golpear los ciudadanos que van a votar”.
Xavier Graset balbuceó: “¿pero cree que marchan por eso?”. Y Oriol Junqueras se explayó: "cualquier demócrata del mundo que ve que se golpea a los votantes seguro que mucha simpatía no le genera". Pensé que no se encontraba bien. O que quizás se ha había tomado algo que le había sentado mal.
Al menos era para decirle: "vicepresidente, ¿de verdad se cree lo que dice?”. Pero desgraciadamente la entrevista no pasará a la historia como la del Nixon-Frost. De hecho, Graset -colaborador también de El Punt-Avui- ha sido uno de los puntales del proceso.
Basta con ver el programa que hace o los tertulianos que invita. En efecto, Junqueras estaba como en casa. Cuando el presentador le dijo que tenían que ir terminando aún alargó la conversación. No había manera de cortarlo.
Y como el Parlament está cerrado desde hace semanas con la excusa de la campaña del referéndum tampoco comparecerá en comisión. En realidad, sólo abrieron la cámara catalana para la intervención de Puigdemont el día de la independencia. Pero se han ahorrado incluso el debate de política general, que habitualmente abre el período de sesiones. Això va de democràcia, dicen.
En fin, empecé a tener serias dudas sobre Junqueras el día que se atragantó ante los micrófonos de Catalunya Ràdio. Ese día -estamos hablando de un lejano 17 de octubre del 2014- cuando dijo: “hagámoslo de una vez, por favor, lo pido con esperanza y al mismo tiempo con la angustia de aquel que sabe que perder el tiempo no es bueno".
Precisamente es lo que están haciendo ahora. De todas las opciones del Govern la convocatoria de elecciones anticipadas es la única que no se plantean. Probablemente el viento se llevaría muchas cosas y no podrían volver a hablar en nombre del pueblo como lo hacen ahora.
¿Pero ustedes se imaginan que Kennedy se hubiera emocionado en plena crisis de los misiles de Cuba como hizo Junqueras con Mònica Terribas? Seguramente ahora ni usted ni yo estaríamos aquí. Hubiera estallado la III Guerra Mundial.
¿Tiene madera Oriol Junqueras para ser presidente de la tan anunciada República Catalana? ¿O simplemente para presidir la Generalitat de Catatalunya? Lo que decía: comienzo a tener serias dudas. Visto el balance, da un poco de miedo pensar que la economía catalana está en sus manos.