La política catalana es estéril.
No se dedica a arreglar los problemas de la gente sino a incrementarlos.
Roger Torrent dice hoy en una entrevista en La Vanguardia: “La legislatura se ha distinguido por un simbolismo estéril”.
¡Bienvenido al club! Yo lo digo hace tiempo.
Tiene gracia que lo diga precisamente el presidente del Parlament.
Desde luego, él no tiene la culpa de la parálisis legislativa. Las leyes las tramita el Govern.
Pero hay que recordar lo que decía en junio del 2017 poco antes del referéndum: “Lloverán hostias".
"Ahora que estamos en familia -afirmaba- digamos claro que serán unas semanas que lloverán hostias".
Iba de machote. Como todos: “Si alguien duda que se aparte, quién tenga dudas que se aparte y deje hacer”.
Los mismos que el lunes retiraron el escaño de diputado a Quim Torra aprobaron el pasado sábado 4 de Enero -en pleno fin de semana de Reyes- una resolución que “rechazaba” la resolución de la Junta Electoral, calificaba de “golpe de estado” la inhabilitación del president y lo ratificaba como parlamentario.
También otras sutilezas verbales como hablar de “una causa general contra el independentismo” además de pedir “el fin de la represión, el reconocimiento de la autodeterminación, la amnistia y el regreso de los presos
¡Querían la independencia gratis total!
Esto también desprestigia las instituciones: aprobar una cosa que dura sólo unos días.
Por una vez, sólo por una vez, entiendo el cabreo de Quim Torra.
De todas las decepciones personales que he tenido con el poceso (Pilar Rahola, Josep Martí Blanch) o políticas (Mas, etc, etc, etc) la de Torrent es una de las más flagrantes.
No le conozco personalmente ni he cruzado nunca con él una palabra -excepto en alguna rueda de prensa- por aquello de mantener la distancia entre el periodista y el político.
Pero cuando fue elegido para el cargo dijo que había que “coser” la sociedad catalana.
¡Y tenía razón! Hasta lo felicté en twitter.
Ahí albergué algunas esperanzas.
Era lo mismo que decía Arrimadas.
Pensé por primera vez que íbamos bien.
Si dos dirigentes tan alejados ideológicamente como Roger Torrent e Inés Arrimadas coincidían en el diágnóstico era el primer paso para salir del agujero.
Pero luego se le olvidó.
Acostumbra a barrer para casa a pesar de que el presidente del Parlament nos representa a todos y es el segundo cargo institucional del país.
El otro día hasta Carlos Carrizosa, de Ciudadanos, tuvo que recordarle que el público que asiste a las sesiones no puede aplaudir.
Y desde luego yo no hubiera llamado “delincuente” al todavía presidente de la Generalitat.
Mucho menos me habría puesto en pie como hicieron los diputados de su grupo parlamentario.
Pero Lorena Roldán tiene razón en una cosa: hay sentencia condenatoria.
Además hemos visto otros espectáculos poco gratificantes en la cámara durante esta legislatura como gritos de “¡Libertad!” a favor de CDR detenidos.
En fin, la decepción final con RogerTorrent fue el día que se desplazó a la Oficina Antifraude para una visita institucional.
Cubrí el acto.
Había aquella polémica de que los presos indepes habían pedido por carta a los dirigentes de la oposición (Arrimadas, Iceta, Albiol) de que fueran a verlos a la cárcel.
¿A qué? ¿A flagelarse?, pensé.
Les habían estado llamando el “bloque del 155” e incluso “carceleros” -Albert Batet dixit- ¿y ahora pedían que los visitaran?
Pero si les acusaban de estar en la cárcel por su culpa. Ellos no habían hecho nada malo.
Era, por supuesto, una maniobra trampa a la que se sumaron alegremente diversos medios de comuncación (TV3, Catalunya Ràdio, Rac1, digitales indepes).
Una manera de culpabilizar a la oposición: si van es porque tienen remordimientos de conciencia.
Y si no van es porque no tienen sentimientos.
¡Jugada maestra!
A la salida, Roger Torrent acusó a Inés Arrimadas de no tener sentimientos en unas declaraciones a peu dret.
¡El presidente del Parlament deshumanizando a la jefa de la oposición!
Era como decir que los más de un millón de catalanes que habían votado a Ciudadanos –a los que había que sumar los del PSC y el PPC- tampoco tenían sentimientos.
No me hagán decir en que otros períodos de la historia se ha deshumanizado así al rival.
Porque si no tienes sentimientos es que eres inhumano. Los sentimientos son, en efecto, uno de las caracterísiticas de nuestra especie.
Ahí me cayó al suelo la imagen Rogert Torrent. Lo digo con pesar.
Por eso, los dirigentes de ERC –Junqueras, Rufián, Aragonés, Sabrià, el propio Torrent, - tienen dos caras.
Los mismos que decían “fins al final”, “marxem”, “president, posi les unres” son los que ahora hablan de “conflicto político”, “mesa de diálogo”, “solución negociada”.
Rufián -el de las 155 monedas de plata- pedía ayer en la Ser una “resolución política” porque si no “entraríamos en un bucle bastante tóxico en la política catalana".
Perdón, en el bucle ya estamos. Nos han metido ustedes.
Y ahora el mal ya está hecho.