En Catalunya nos hemos vuelto todos unos antifranquistas de tomo y lomo. Unos operarios municipales andan retirando estos días las placas del Ministerio de la Vivienda -aquellas con el yugo y las flechas- porque “son contrarias a la democracia, la libertad y la solidaridad”, según la nota oficial del Ayuntamiento de Barcelona.
“Representan una infracción moral no sólo para con la memoria de las víctimas del fascismo y personas que sufrieron la represión de la dictadura en el Estado entre 1936 y 1975, sino para el conjunto de la ciudadanía”, añaden. Van a tener trabajo. Sólo en Nou Barris y en Gracia hay 204 y 163 respectivamente. Han empezado por estos distritos porque deben ser feudo electoral de Colau.
El consistorio también ha decidido poner una querella contra el juez militar que redactó la sentencia de muerte de Salvador Puig Antich, Carlos Rey, que ahora ejerce de abogado. Realmente canta que pueda ejercer de abogado pero me temo que la Transición fue eso: democracia a cambio de olvido.
Y lo digo sin acritud. No soy de los críticos que proliferan ahora contra la Transición. Dudo que, en esa época, se hubiera podido hacer nada más. Por mí que también lo hacen para joder al PP porque era el letrado de Alicia Sánchez Camacho en el asunto de la Camarga. Desde el Pacto del Tinell ir contra el PP en Catalunya tiene premio.
Claro que tenemos el precedente de la estatua de Franco. Yo creo que Ada Colau puso la estatua en el Born, uno de los sitios emblemáticos para los festejos del Tricentenario, para descontaminar el espacio y, de paso, hacer la puñeta al soberanismo. Como el museo depende del Ayuntamiento un poco aquí mando yo. Lo mismo que la performance de hace unos días en el Fossar.
Pero, con la estatua en cuestión, hay que ser muy bestia para llamarle fascista a Gerardo Pisarello o a los de la Amical de Mauthausen, que tienen familiares que murieron en este campo de concentración nazi. Lo digo porque he estado tres veces y pone los pelos de punta.
Con el caso del primer teniente de alcalde de Barcelona todavía es peor porque su padre falleció víctima de la dictadura argentina. Me lo confirmó él mismo el día de la última rueda de prensa de Colau en el Parlament, la del Pacto Nacional por el Referéndum.
Como habían convocado actos de protesta la JNC y las JERC no sé qué pensar. Prefiero creer que fue un espontáneo por aquello de la Revolta dels Somriures. Lo fácil, en todo caso, es gritar ahora cuando el dictador lleva más de 40 muerto y enterrado. Así cualquiera. Me ahorro de recordar los numeroso alcaldes franquistas que se pasaron a CiU en las primeras eleccions municipales, las del 79.
El más conocido de todos fue Primitivo Forastero, de la localidad de Camarles (Baix Ebre). Pero estaba también Josep Gomis, que llegó a consejero de Gobernación. Y lo hizo muy bien, por cierto. El nivel ha bajado desde entonces. Tengo pendiente leer sus memorias.
Pero, como decía, ahora todos nos hemos vuelto unos unos antifranquista del copón. Tampoco voy a rememorar que las tropas franquistas entraron por la Diagonal sin pegar un sólo tiro porque la gente, tras tres años de guerra, estaba harta. Pero la Ciudad Condal no fue, ciertamente, ni la Comuna de París ni Verdún
Un día, hurgando en el mercado de libros viejos de Sant Antoni, encontré un ejemplar con todos los garbeos que se había dado Franco por Catalunya. En los que, con dictadura o sin, fue recibido como un líder de masas. Casi en plan Mick Jagger salvando las diferencias físicas y los gustos musicales, entre otras.
Lo bueno es que el libro -que también tiene mi amigo Manuel Trallero porque le regalé un ejemplar- está editado en ... ¡1984!. Pujol llevaba cuatro años gobernando. En la contaportada sale Franco dándole un beso a la Moreneta. Claro que eso también lo hizo Himmler en 1940. Lo de visitar Montserrat. No sé si llegó a tanto con el beso.
En fin, la gran frustración de la izquierda es que Franco murió en la cama. Entubado, pero en la cama. Al menos en Portugal tuvieron el detalle de hacer una revolución a base de claveles. Parafraseando a Francesc Homs -y a su abogada, Eva Labarta, que la dijo el otro día en el Supremo-: “de estos polvos vienen ahora estos lodos”.
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