Con la tragedia de Ceuta -hasta ahora quince víctimas mortales- hay que hacer como con los muertos del CIE: investigar a fondo; depurar responsabilidades si les hay, incluso políticas; y actuar con la máxima contundencia. Ninguna negligencia o alevosía puede quedar impune si hay víctimas de por medio. Espero también que no haya habido denegación de auxilio -o incluso homicidio involuntario- porque desde luego es delito.
Pero todos los que critican la actuación del instituto armado -las ONGs, los juristas, la prensa más progre, la izquierda en general, etc.- me gustaría saber qué harían si fueran agentes destinados en Ceuta o incluso el mismísimo ministro del Interior. Porque es curioso como la mayoría de las crónicas que he leído sobre el trágico suceso no están firmadas en Ceuta, sino en Madrid o hasta en Bruselas.
Al fin y al cabo, la frontera marítima entre España y Marruecos en esta ciudad del norte de África es un espigón de apenas 30 metros de longitud. Y, aquel fatídico 6 de febrero, intentaron el asalto por tierra y por mar más de 200 personas (1). Sólo un día después 1.400 personas intentaron hacer lo mismo en Melilla (2). ¿Cómo los paras?.
La Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía -supongo que para nada próxima al PP- calcula que alrededor de quince mil subsaharianos "se concentraban el año pasado en los alrededores de Ceuta y Melilla con la intención de entrar en España" (3). Sólo el año pasado, por la blindada frontera ceutí entraron 1.800 personas. Y por Mellilla, otras 2.500. Cifras muy superiores, por cierto, a las del año anterior.
El joven subsahariano Mussa Ibrahim, de 22 años, que sobrevivió a la tragedia del Tarajal y que está a la espera de una nueva oportunidad en los bosques que rodean Ceuta, explicaba que las únicas alternativas que tienen los jóvenes africanos es "meterse en las rutas clandestinas, alistarse en el ejército o entrar en una organización armada" (4). ¿Pero de ésto tenemos la culpa nosotros?
Es como la polémica por las alambres con cuchillas tan criticadas por el PSOE y por IU. Pero en la comparecencia parlamentaria de Jorge Fernández quedó claro que el primero que las puso "fue el PSOE, en 2005, siendo ministro Alfred Pérez Rubalcaba" (5). De hecho, creo que el gobierno del PP se ha limitado a completar la parte que dejó sin las tan temidas cuchillas el gobierno Zapatero.
Recientemente, por trágicos motivos familiares, estuve en México D.F. y me sorprendió que, en cada casa de planta baja, hay las mismas cuchillas que critica la izquierda en Ceuta y Melilla. No me extraña: México es una ciudad de casi nueve millones de habitantes -el gran México debe de llegar a veinte: nadie lo sabe con certeza- con graves problemas de seguridad ciudadana. Los alambres sirven para impedir el paso de la gente. Así no te encuentras un caco en el comedor de casa.
¿Por qué si no qué hacemos?. ¿Los dejamos entrar?. Y los enviamos a la Península, supongo. En Ceuta tampoco caben todos. Ceuta corre el riesgo de convertirse en una Lampedusa aunque de isla tenga más bien poco. Y, en esto caso, ¿todos los que critican las medidas del Gobierno querrán acoger un inmigrante?. Todo el mundo es muy progre pero, a la hora de la verdad, nadie quiere inmigrantes en su escalera o en la escuela de sus hijos. Este es el quid de la cuestión.
Por eso también hace mucha gracia los críticas de la comisaria europea de Interior, Cecilia Malmström, que es sueca, por cierto. Qué ha hecho la Unión Europea con la inmigración que llega de la otra rivera del Mediterráneo? Nada. Lavarse las manos. Mirar hacia otra lado. Hacerse el sueco, nunca mejor dicho.
No lo digo yo, lo decían las corresponsales de El Periódico en Bruselas y Roma, a las que supongo que tampoco nadie acusará de racistas, el pasado 5 de octubre: "La UE se desentiende de la tragedia de Lampedusa" se titulaba la crónica firmada por Silvia Martínez e Irene Savio.
"Hace más de una década -decían sobre la inmigración- que figura en la agenda europea pero una y otra vez se topa con el mismo resultado: falta de solidaridad de los países del norte con una frontera sur muy permeable y objetivo de miles de personas que huyen de la guerra, la inestabilidad política y la pobreza" (6).
Desgraciadamente, la política se ha convertido en el arte de salir en los diarios, no el de coger el problema por los cuernos. Pero entonces no nos sorprendamos que, en las próximas elecciones europea, los partidos de extrema derecha suban en toda Europa. El derrumbamiento de la izquierda se explica también por este inclinación al happy-flowers, tan en boga en Cataluña. Por eso en Francia, por ejemplo, los votantes del comunista George Marchais se han pasado en masa a Marine Le Pen. Quedan advertidos.
Xavier Rius es director del digital en catalán e-notícies
Notas
(1) El País (Jorge A. Rodríguez): "Un drama de 10 minutos y 14 muertos. Interior: el objetivo de los disparos fue hacer visible una barrera disuasoria", 14 de febrero del 2014
(2) El País: "1.400 personas intentan saltar a Melilla", 8 de febrero el 2014
(3) La Vanguardia (Adolfo S. Ruiz): "Dos nuevos cuerpos encontrados en Ceuta elevan a 15 los subsaharianos muertos", 16 de febrero del 2014
(4) El Periódico (Beatriz Mesa): "El pánico por lo disparos provocó que se ahogasen", 16 de febrero del 2014
(5) El Mundo (Marisol Hernández): "Sin tregua ni en inmigración. Cruce de acusaciones de PP y PSOE sobre la instalación de cuchillas en la valla Melilla", 19 de octubre del 2013
(6) El Periódico: "La UE se desentiende de la tragedia de Lampedusa" (5 de octubre del 2013)