En primer lugar, me parece impropio que el presidente de la Generalitat utilice el discurso institucional de Navidad para pedir la aprobacion de los Presupuestos.
A pesar del apoyo hace tres semanas de los agentes sociales y el Tercer Sector con una reunión en Palau.
Era una manera sutil de presionar al PSC.
Pero es evidente que ni sindicatos ni patronal son partidos políticos. Tampoco tienen representación parlamentaria.
Y la vedad es que Aragonès sólo ha conseguido convencer por ahora a los Comunes.
Lo cual no es mucho. No sólo por el número de escaños (8) sino porque estos, con tal de salir en la foto, se apuntan a un bombardeo.
De momento son, pues, 41 escaños de 135 lo cual no es que no permita aprobar los Presupuestos, es que ni siquiera permite gobernar.
En un país normal el presidente convocaría elecciones como hizo Pedro Sánchez en febrero del 2019 en cuanto ERC y Junts se los tumbaron.
Pero ya se sabe que, en al Catalunya actual, “això va de democràcia”
Por eso Aragonès dice que “lo que hay que hacer es que todos y todas estemos a la altura”.
En segundo lugar hace un flaco favor a Pedro Sánchez cuando presume de haber derogado la sedición y reformado la malversación.
“Se dijo que era imposible derogar la sedición, se dijo que era imposible modificar el delito de malversación”, ha afirmado solemnemente.
“Y hoy el delito de sedición por el que fueron condenados los presos y las presas políticas y no existe y se han limitado en buena parte los aspectos de la malversación”, ha añadido.
En otras palabras, está dando la razón al PP, a Vox y a Ciudadanos a tres meses de unes elecciones autonómicas y municipales decisivas para el PSOE.
Pedro Sánchez no pactó las enmiendas para desescalar el conflicto sino para mantenerse en La Moncloa. Más claro, agua.
Finalmente, en tercer lugar, hay que destacar las alusiones al Acuerdo de Claridad para arreglar el “conflicto político”.
No en vano cita, en un discurso de dos páginas y media, hasta cuatro veces la palabra “conflicto”.
En buena parte es un “conflicto” que crearon ellos. Luego lo alimentaron.
Ahora piden que Sánchez les saque las castañas del fuego con un referéndum pactado.
¿No decían que el bueno era el del 2017? El "mandato democrático" y toda la pesca.
En realidad, el propio Aragonès y presentó una propuesta en el último debate de política general y obtuvo un gran éxito.
Sólo lo votó a favor, una vez más, los Comunes.
Pese a que La Vanguardia lo vendió a bombo y platillo.
Hablan del Acuerdo de Claridad de Canadá como si fuera una sesión de yoga o de taichi.
En cuanto pudiésemos saldríamos más relajados.
Han insistido tanto en lo de “volem votar” que ahora tienen que votar algo.
Lo que no dicen es que, con la Clarity Act, la pelota está en el tejado de la Cámara de los Comunes, el equivalente en España sería el Congreso de los Diputados.
Que la propia ley establece que “proceder unilateralmente” a la secesión -como hicieron- o al “desmembramiento de un Estado democrático” es una cuestión de “extema gravedad”.
Es cierto que admite el derecho a decidir del Quebec pero bajo unas condiciones draconianas que imposibilitan, de hecho, cualquier referéndum.
La prueba es que no lo han vuelto a plantear y que el propio Partido Quebequés se opuso a la ley.
Entre otras cosas porque exige una “mayoría reforzada” para empezar a negociar la secesión. No basta el 51%.
También … ¡la reforma de la Constitución!
Y, en caso de secesión, participarían todas las provincias de Canada en las mencionadas negociaciones.
Pero lo más importante -que aquí tampoco dicen- es que la citada “mayoría reforzada” significa que “todos los partidos políticos” con representación parlamentaria en la provincia secesionista tiene que aprobar resoluciones o declaraciones oficiales a favor de la independencia.
La verdad: no imagino al PSC, Vox, Ciudadanos, PP haciendo lo mismo. Ni siquiera los Comunes de Ada Colau.
Fin del debate.