Parece que finalmente lo de las Ramblas fue un atentado gihadista. Lo digo porque sus autores han salido ahora -una vez levantado el secreto de sumario- preparando bombas y anunciando que iban a matar en nombre de Alà. Se les ve hasta felices poco antes de la matanza.
En cambio, nuestras autoridades ni siquiera mencionaron entonces que era terrorismo islamista. Hablaban de barbarie, de Barcelona “ciudad de paz”, de “no tenim por”. Cuando todo el mucho echó a correr, claro.
Si esa maldita noche hubiera aterrizado un marciano en Barcelona habría creído que habíamos sido objeto de un ataque desde una galaxia lejana. No de una acción a cargo de terroristas islámicos.
El mismo día de la masacre, en TV3 ya iban preguntando más por la islamofobia que por las víctimas o el modus operandi. Y al día siguiente hubo una intervención estelar de David Minoves acusando a Arabia Saudita de tráfico de armas. La presentadora ni lo cortó.
Como si los jóvenes de Ripoll hubieran cometido el atentado con kalashnikovs o cetmes -que era el fusil que te daban en la mili- en vez de con furgonetas de alquiler. Conduciendo en zig-zag a toda velocidad para pillar a cuanta más gente mejor. Hombres, mujeres, criaturas.
Minoves fue aquel que se hizo famoso en la manifestación con un cartelito en el que echaba las culpas al Rey. La gesta no le ha permitido ni reemprender su carrera política. Perdió en las elecciones a la presidencia de la ANC. Tampoco lo han recuperado para el Govern. Y eso que han recuperado a todo el mundo.
Quizá porque fue ese dirigente de Esquerra que, al frente de la Agencia Catalana de Cooperación, tiene el dudoso récord de tener dos informes de la Sindicatura de Cuentas. Ambos negativos.
Un día, tras la hazaña, lo vi en el Parlament intentando hacerse una foto con Oriol Junqueras. El entonces presidente de ERC se lo sacó de encima con un saludo protocolario. Casi glacial. Ahora continua encallado en la presidencia del CIEMEN, una entidad soberanista.
La manifestación posterior se conviritió en una encerrona para el Rey y para Rajoy. No fue una manifestación contra el terriorismo, ni tan siquiera a favor de las víctimas, fue a favor del proceso.
El Ayuntamiento de Barcelona -con Ada Colau al frente- y el Govern dejaron el servicio de orden en manos de la ANC. Espero que en la conmemoración del próximo día 17 no haya ni un silbido. Los de la Assemblea debieron pasar hasta vergüenza. Durante la Diada pidieron un minuto de silencio. Entonces sí que todo el mundo lo respetó a rajatabla.
Mientras que los de TV3 edulcoraron la realidad. Incluso iban dado lecciones de periodismo. No dieron ni una sola imagen de las víctimas a diferencia de La Vanguardia, El Periódico y medios internacionales. En e-notícies hubo debate porque eran muy duras. Al final decidió el director: ¿Qué teníamos que hacer? ¿esconderlas?.
Me ahorro otros aspectos sobre el dispositivo policial: la explosión de la casa de Alcanar que los Mossos confundieron, a pesar de la deflagración, con una explosión de bombonas de butano. La casa, por cierto, estaba okupada. Lo digo por los que todavía defienden la invasión de la propiedad privada. TV3 sigue omitiendo este detalle en sus informativos.
El coche de la Diagonal que superó un control con once impactos de bala. El pobre joven de Vilafranca al que encontraron muerto dentro del maletero. Durante un par de días hubo dudas sobre su identidad. Hasta sobre su papel. Versiones contradictorias.
La rueda de prensa aquella convocada para dar caña a El Periódico. Uno de los errores de Trapero: el consejero Forn casi delegó en él para meterse con la prensa. Yo no había visto semejante espectáculo -citar a dos periodistas por su nombre y apellidos- ni con Corcuera de ministro del Interior. Y eso que fue el de la patada en la puerta.
Sin mencionar los bolardos de Colau, que no puso a pesar de todas las recomendaciones del Ministerio. Tras cubrir la manifestación de SCC del 8 de octubre subí por Portal de l’Àngel y ahí estaban las furgonetas de la Guardia Urbana haciendo de obstáculos. Me asaltó una pregunta terrible: ¿Nos hubiéramos ahorrado la masacre de haberlos puesto?
Pero claro Colau vivía -vive- en su mundo: ¿Cómo van a atentar en una ciudad abierta, cosmopolita, acogedora y partidaria del refugees welcome? No instalaron los bolardos hasta Diciembre. No fuera que tuviéramos otro disgusto con las aglomeraciones de las compras navideñas.
Iban embalados con el proceso. La rápida desarticulación del comando demostró que los Mossos d'Esquadra podían, en teoría, actuar como cualquier otra policía del mundo. Como la policía de un estado independiente. Por fin teníamos una estructura de estado y sobre todo una estructura de estado que funcionaba.
Personalmente, me pareció precipitado darles la Medalla de Oro del Parlament. Pero al fin y al cabo lo decidía la Mesa y había mayoría soberanista. Sobre todo me pareció una mezquindad ignorar a la Policía y a la Guardia Civil como lo hicieron. Nos jugábamos nuestra propia seguridad.
Los éxitos en un tema tan complicado como el terrorismo son con frecuencia el resultado de la cooperación policial. Y durante meses porque hay que atar muchos cabos. Luego pedirán que los Mossos estén presentes en los órganos internacionales.
Recuerdo que poco después le hice una entrevista al periodista Ignacio Cembrero, que de terrorismo islamista sabe mucho más que yo, y me dijo una cosa que me quedó grabada: “Nunca una policía ha sido condecorada en Europa después de un atentado con muertos. Catalunya será una excepción”.
Durante el acto en el Parlament, ninguno de los cuatro oradores -la periodista del diario Ara Lara Bonilla, Trapero, Forcadell y Pugidemont- mencionaron la palabra maldita: gihadismo.
El mayor de los Mossos afirmó que “no estamos delante una guerra de religiones sino de una batalla de valores”. Forcadell elogió “la diversidad” y Puigdemont aseguró que “somos más fuertes” y que “hay que persisitir”. No sé si ya con segundas intenciones. La gente aplaudía. Yo pasé vergüenza.
La guinda de aquellos días la puso la filósofa Marina Garcés que, durante el pregón de las fiestas de la Mercè, puso al mismo nivel terroristas y víctimas.
“Todos llevaremos en nosotros -manifestó- una ausencia dolorosa: la de las personas que no volverán nunca más a Barcelona, ni a sus fiestas, no porqué no quieran sino porqué el 17 de agosto perdieron la vida en las Ramblas, la Diagonal y el Paseo de Gracia”.
“Y junto a ellos también la de unos jóvenes de Ripoll que tampoco estarán y sobre los cuales siempre tendremos la duda de si realmente querían morir matando como hicieron”. El colauismo es así.
Espero que las fotos que han trascendido estos días -como la utilizada para ilustrar este artículo- hayan despejado las dudas de la pregonera en cuestión. En El Periódico, el discurso debió de gustarles porque titularon a toda página: “Un pregón para enmarcar”.
Lo más grave de todo es que el atentado ni siquiera sirvió para hacer autocrítica. Desde luego, el tema de la inmigración -o lo que hemos hecho mal- no salió en la campaña electoral. ¿Para qué? Había temas más importantes. La independencia estaba “a tocar”.
Pero tenemos un problema y gordo: en Catalunya hay entre 400.000 y 600.000 musulmanes. Nadie lo sabe a ciencia cierta porque los sin papeles no salen en las estadísticas y los nacionalizados dejan de salir. En el caso de que se radicalice apenas un 1% salen 6.000 personas dispuestas a morir por Alà.
¿Qué se puede hacer ahora? Pues poca cosa. Habría que haber controlado la inmigración antes. En Catalunya, por ejemplo, hay unas 80 mezquitas salafistas. No me lo invento yo, lo decía El País. ¿Qué hacemos? ¿Las cerramos y salimos en Al-jazzera para que nos metan un bombazo? ¿No habría sido mejor evitar su apertura?.
En el bien entendido que el salafismo no es necesariamente terrorismo pero sí una versión del Islam que predica la observancia estricta. Por supuesto, ellos no se consideran radicales sino buenos musulmanes. Pero si se ven así imaginen como ven a los musulmanes moderados -en el caso de que los haya, que tampoco lo sé- o a los cristianos. Los agnósticos y ateos somos infieles seguro.
Un día, en una rueda de prensa, le pregunté al entonces consejero Homs que había que hacer con estas mezquitas y pidió “respeto” para todas las confesiones religiosas. Repetí la misma pregunta poco después a la portavoz, Neus Munté, -ahora alcaldable del PDECAT, al menos hasta que Puigdemont quiera- y al titular de Interior, Jordi Jané. Ambos escurrieron igualmente el bulto.
En Catalunya, como en otros países europeos, hay guetos islámicos y hemos cerrado los ojos a la realidad. Desde luego es más fácil gobernar sin abordar la inmigración o dando una visión idílica de la misma. Como si no pasara nada. Para qué meterse en berenjenales.
Entre otras razones porque a la mínima te llaman racista, xenófobo o islamófobo. El insulto de moda. Lo digo por experiencia. Aunque también es verdad que ello va de baja. El xip está cambiando. La gente empieza a estar harta de las medias tintas.
El problema es que nuestros políticos, nuestros profesores universitarios -que viven de esto-, nuestros expertos y nuestros periodistas no residen en Salt, en Llefià, en Rocafonda, en Sant Roc, en ca n’Anglada. Cambiarían la percepción que tienen de la inmigración solo de mudarse quince días en cualquiera de estos sitios. Especialmente en verano.
Ven la inmigración como un fenómeno sociológico pero no son conscientes de los problemas que genera a nivel de convivencia, de competencia por las prestaciones sociales, de colapso del sistema sanitario, de educación pública. Para ellos es un mundo de oportunidades. El vecino de a pie piensa distinto. Lo he comprobado.
Recuerdo que TV3 emitió un día un 30 Minuts sobre el auge de la ultraderecha en Francia. Ni tan sólo era de producción propia. Era un reportaje adquirido con los tópicos sobre el partido de Marine Le Pen. Ni siquiera se preguntaba por qué ha subido tanto: 10 millones de votos en las últimas presidenciales.
¿Ustedes han visto algún especial de la cadena sobre los problemas de convivencia que genera la inmigración en algunos de los barrios citados?. No. Y eso que ca n’Anglada, en Terrassa, está a 30 kilómetros de los estudios de Sant Joan Despí. Por cierto, el Síndic de Greuges, Rafael Ribó, veranea en la Cerdanya. Allí tampoco hay inmigración. Por esto está a favor de cerrar los CIE.
Sin olvidar las ONGs. Desde luego hacen un trabajo admirable en el Mediterráneo o en Libia pero luego qué. ¿Por qué no van también a Llefià o a Sant Roc a ver qué se cuece? Los vecinos de toda la vida no pueden vender su piso. La zona se ha devaluado.
En aquel Salvados que le dedicó Jordi Évole le preguntaba a Òscar Camps en un momento del programa: “¿Ahora qué va a pasar con estas personas?”. Y éste respondía: “no nos toca pensar ahora en esto, estamos aquí para sacarlos del mar”. En cierta manera trasladaba el problema. No era de su incumbencia. Por eso en Italia Salvini ha llegado a ministro del Interior.
Porque lo grave es que el tema de Ripoll demuestra que hay musulmanes en Catalunya impermeables a los valores occidentales. Said, Moha, Moussa, Youssef, Omar, Younes no solo habían nacido en esta localidad sino que habían ido a la escuela catalana: hablaban un catalán perfecto. Eran de aquí. Pues ya lo ven: fabricando bombas.
¡Ripoll, la cuna de Catalunya!, ¡Donde está enterrado el padre de la patria, Guifré el Pilós!. Ahora con un 11% de población extranjera. Más porque como les he dicho no todos salen en las estadísticas. Al fundador de la dinastía le daría un patatús.
A mí, el primero que me advirtió sobre el elevado porcentaje de población extranjera en el Ripollés fue Joan Puigcercós hace ya muchos años, que nació allí. Espero que el exsecretario general de ERC me perdone la indiscreción.
¿Y el entorno inmediato de los terroristas no sabía nada? ¿No percibieron ningún indicios sus familias? ¿Sus amigos? ¿Los que iban a rezar a la mezquita? ¡Pero si ahora ha trascendido de que iban presumiendo de terroristas incluso delante de niños en la playa!
Recuerdo que el discurso de la hermana de los Oukabir tras los atentados -uno abatido en Cambrils, el otro detenido- fue muy comentada en la prensa. Evidentemente dijo que las “ideologías perversas no tienen justificación” y que “no tienen nada que ver con el Islam.
Pero me pareció también que ponía al mismo nivel las acciones terroristas con los “ataques de homofobia y xenófobos”. Como TV3 aquella primera noche. En su opinión, había que afrontar el futuro para que estos jóvenes “formen parte plenamente de la sociedad catalana, que sientan que Catalunya es su tierra”.
¿Pero qué más podemos hacer? ¿No les hemos dado de todo? Nadie se integra en una sociedad si no quiere. Ese es el problema. El Islam es más que una religión, es una visión del mundo. Y Occidente es visto como algo decadente. Me ahorro el resentimiento por algunas cosas que les hemos hecho a lo largo de la historia desde las Cruzadas.
De hecho, el juez de la Audiencia Nacional, Fernando Andreu, cuestionó poco depués -en el auto en el que rechazaba los recursos presentados- que nadie supiese nada. Consideraba que Driss Oukabir fue "cooperador necesario" y que era "plenamente consciente” de la radicalización de su hermano Moussa. Y sin embargo no dijo ni hizo nada.
Es como el tema del imán. El soberanismo -incluido la prensa digital- va especulando con que era confidente del CNI. Desde luego hay puntos oscuros y es una relación no explicada del todo. En un campo tan turbio como el de los servicios secretos siempre hay puntos oscuros.
Yo, de momento, prefiero creer la versión oficial u oficiosa de que quiseron captarlo como confidente pero que no quiso o lo descartaron. El CNI, en todo caso, también falló en la vigilancia. Pero los más hiperventilados acabarán viendo conspiraciones contra el proceso. Como aquellos que aseguran que los atentados del 11-S fueron orquestados por los Estados Unidos.
Da igual, el tema no es éste. El tema es cómo la comunidad de Ripoll lo elige como imán. Una persona que había estado en la cárcel por tráfico de drogas. Y hay que tener en cuenta otre cosa aunque duela: en cuanto llega un imán se trunca la integración de la comunidad musulmana.
Las chicas dejan de llevar tejanos y vuelven a ponerse velo. El imán es una autoridad no solo religiosa sino también social. Su influencia es muy superior a la que tienen los curas. Sobre todo en sociedades tan secularizadas como la nuestra.
Bueno, lo que decía. ¿Ahora qué hacemos? Pues es difícil decirlo. Habría que haber actuado a tiempo. Tomar decisiones al principio. Inmigración controlada. Siempre con papeles. Derechos pero también deberes. Hemos -han- cometido tantos errores.
Solo un detalle, en aras de la integración hemos sido tolerantes hasta con el velo en las escuelas públicas. ¿Pero no es un símbolo religioso? ¿No sacamos las cruces de los aulas? ¿No habría sido mejor prohibirlo como en Francia? ¡Fue prohibido por un ministro socialista! Aquí lo primero que hizo Pedro Sánchez fue acoger al Aquarius. Ahora hay otro en camino.
Recuerdo que hace años el periodista Albert Om entrevistó a la escritora Laila Karrouch, sin duda un ejemplo no ya de integración sino también de superación. Pero me llamó la atención un hecho: el padre mostró fotos de cuando llegó en los años 70 a Vic: iba vestido con americana y corbata. A la occidental.
En cambio, en el programa salía con chilaba. ¿Por qué? Porque entonces no había tantos inmigrantes. Ahora hay más de un 25%. Lo extraño sería que no fuese con esta prenda. Vic, por cierto, era conocida a principios de la Transición como la Catalunya catalana. El ultra Josep Anglada llegó a tener hace unos años hasta cinco concejales. Es una simple cuestión de acción-reacción.