Queda fatal que lo diga yo porque soy catalán y va a parecer un boicot. Cómo el cirio que montó Carod cuando cuestionó, tras llegar al cargo, Madrid 2012 y el resto de España contraatacó con el boicot del cava. ¿Pero realmente hacen falta los Juegos del 2020?. Planteado en otros términos: ¿puede España, en su situación actual, financiar unos Juegos?.
Bueno, se puede decir que los Juegos pueden ayudar a la reactivación pero los griegos también organizaron unos en el 2004 y mira como están. Y el día después de Barcelona 92 fue casi como una depresión colectiva: empezó la crisis de los 90.
Lo digo, tot plegat, porque Mariano Rajoy acaba de recibir en La Moncloa a los promotores de la candidatura olímpica de Madrid -el Ayuntamiento, el Comité Olímpico Español y la Fundación Madrid 2020- con Ana Botella al frente y ha subrayado el apoyo "firme, nítido y claro" del Gobierno. ¿Madrid no era la ciudad más endeudada de España con sus 7.300 millones?.
Valga decir que tampoco estoy a favor de los Juegos de Invierno para Barcelona. Esto se lo sacó de la manga Jordi Hereu porque lo único que quería era repetir como alcalde. El día que lanzó la iniciativa -el pobre Hereu se creía Maragall- no lo sabían ni sus socios de ICV. Y que conste que unos Juegos de Invierno son más económicos que unos de verano. Al fin y al cabo, las pistas, ya están hechas.
Pero hacer unos Juegos de Invierno en una ciudad mediterránea como Barcelona -y con un cambio climático que ya sólo se atreve a cuestionar Aznar y algún pelmazo que me persigue en twitter- me parece un disparate. Y eso que Barcelona, más o menos, está a la misma distancia del Pirineo que Milán de los Alpes.
Finalmente hay el argumento de las infraestructuras y, de verdad, no lo digo tampoco porque sea catalán. Pero Madrid no necesita la excusa de unos Juegos Olímpicos para alcanzar un buen nivel en la materia. Sólo hace falta ver el mapa que encabeza este artículo.
Mientras Madrid ya va por la M-50 aquí, en Cataluña, tenemos el Cuarto Cinturón encallado desde hace años aunque a ello también contribuyó el famoso tripartito con sus desavenencias internas. Incluso a Barajas se puede llegar en Metro y, en cambio, a la terminal T-1 del Prat sólo se puede llegar en coche.
Sin olvidar las autopistas de peaje de Madrid, aquellas por las que no pasa ni dios y perdonen la expresión, que ahora tendremos que rescatar entre todos. Si los catalanes somos una potencia en algo, para desesperación nuestra, es en peajes. Cornuts i pagar el beure, que se dice por aquí.
Me ahorro otros agravios comparativos como el enlace entre la autovía de Lleida y la autopista de Girona, que se ha quedado a medias; la línea férrea de vía única entre Tarragona y Castelló o para ir hasta Ripoll; la Nacional-II a su paso por Girona -que lleva años pendiente de desdoblarse- y otras proyectos paralizados como la autovía que une Lleida y Huesca o la de Tarragona-Montblanc.
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