Ahora voy a mojarme: no pasará nada con la sentencia. Nada que el Estado no pueda asumir.
Bueno, quizás algunos disturbios. Unos contenedores quemados. Unas carreteras cortadas. La autopista a la altura de Bellaterra, seguro.
Problemas de tráfico.
Pero nada de un tsunami democrático.
Y mucho menos tomar el control del territorio.
El proceso está amortizado.
Ya no saben qué hacer.
A nivel de Govern, Torra lleva meses reuniéndose con los suyos para consensuar una respuesta: JxCat, ERC, la CUP. Incluso los de Demócratas, que se apunta a lo que haga falta con tal de salir en la foto.
También la erróneamente denominada sociedad civil: la ANC, Òmnium.
Han sido incapaces de llegar a un acuerdo.
Un día, durante una rueda de prensa, le pregunté a Sergi Sabrià por qué Torra se reunía con ERC si forma parte del Govern. ¿No podían discutirlo en las reuniones del Consell Executiu? Se cabreó.
Lo dicho: marear la perdiz.
En la última sesión de control, el propio president echó pelotas fuera: será el Parlament quién “tendrá que tomar una decisión”.
Desviando la responsabilidad hacia la cámara.
¡Que falta de liderazgo!
Como cuando hablaban de “la gente” o del “mandato democrático”. Nunca se ponían delante. Siempre en segunda fila.
Así pues, ¿qué opciones tiene el Govern?
Avanzar las elecciones no porque corren el riesgo de perder la mayoría.
El propio Quim Torra amenazaba con convocar elecciones hace un año y ahora que las pide ERC se ha echado atrás.
¿Cómo las va convocar si puede perderlas?
La versión oficial es que hay que “fortalecer las instituciones”.
Además, seguramente él no será ni candidato. Agua pasada.
Y Esquerra hará el sorpasso definitivo al PDECAT.
¿Con qué siglas se presentarán? ¿JxCat? ¿PDECAT? ¿la Crida?
¿Con qué candidato? ¿Puigdemont a punto de otra euroorden? Es un misterio.
También se especuló con un gobierno de concentración. Hasta la CUP se ofreció. A más de un consejero se les puso los pelos de punta.
¿Qué más les queda? ¿La “desobediencia institucional”? Bueno lo aprobaron en el Parlament y al día siguiente Torra descolgaba la pancarta de Palau.
Puigdemont, que es un superviviente, se ha sacado ahora de la manga la Asamblea de Cargos Electos.
Una especie de Parlamento bis formado sólo por indepes.
Era una de los compromisos de Torra en su investidura.
Junto al Comisionado del 155, la Oficina de Derechos Civiles, el Fòrum cívico y social o el Consell de la República.
Que manera de deslegitimar al Parlament de Catalunya.
Además, en dos años nadie se había acordado de la propuesta.
Y Esquerra guarda silencio. Yo creo que Puigdemont se lanzó a la piscina.
En teoría serviría para decidir “la dirección y estrategia” de la siguiente fase del proceso.
¿Una asamblea de cien, doscientas, trescientas personas pongamos por caso -diputados, alcaldes, concejales- decidiendo la próxima etapa?
¡Menudo lío! Sería peor que una reunión de la comunidad de vecinos.
Dentro de unos años -y no muchos- los catalanes se preguntarán como pudimos estar en manos de personajes como Mas, Puigemont, Torra, Elisenda Paluzie o Marcel Mauri.
Bueno, quedan la respuesta de la sociedad civil: La ANC y Ómnium
Lo de la marcha de 100 kilómetros en tres días es una genial. Se lo dice uno que, en sus años mozos, hizo la Matagalls.
Había un pitorreo en las redes. Bastaba con leer los comentarios en la web de TV3 o de El Nacional.
¡A las tietas les van a salir callos en los pies!
Por supuesto la cosa puede descontrolarse.
Hay un sector del independentismo que se ha escapado ya a su control. Les han dado cancha. Incluso desde medios públicos como TV3.
Ahora van templando gaitas. Pero ya es tarde.
Y una chispa puede provocar un incendio.
Incluso en este caso un par de reflexiones finales.
La operación de la Guardia Civil contra los CDR marca un antes y un después.
Primero porque establece una línea roja: presuntamente unos independentistas habían decidido cruzarla.
Segundo porque la Guardia Civil está siempre avizor.
¡Llevaban un año vigilándolos!
Ahora no dejarán pasar ni una.
Se ha acabado la impunidad.
El cortar autopistas sin que los Mossos identifiquen, por ejemplo.
Es también una señal de alarma respecto a Bruselas.
Primero por lo de la presunta violencia.
Segundo por los gritos de “libertad” en el Parlament.
El más graver error del proceso desde que Mas avanzó elecciones en el 2012.
En la UE se han encendido todas las luces rojas.
Y, por cierto, los medios catalanes -TV3, Catalunya Ràdio, Rac1- han hablado mucho de los derechos de los detenidos.
Pero no he visto ningún familiar que convoque una rueda de prensa, proclamé la inocencia del marido y anuncie querellas contra la Guardia Civil o contra el juez por prevaricación.
Lo dicho: no pasará nada. Aunque puedo equivocarme.
Hace muchos años -cuando yo era un becario de La Vanguardia en Estrasburgo- visitó el Consejo de Europa el entonces ministro argentino de Asuntos Exteriores, Dante Caputo.
Era la época de Raúl Alfonsín.
Escribí una pieza augurando que Argentina podía desempeñar un papel de potencia regional. Quizás Lluís Foix se acuerde.
Lo tenía todo a favor: acababa de salir de la dictadura, abrazaba la democracia, tenía recursos naturales y una economía en desarollo.
En fin, no hace falta decir que me equivoqué. No es la primera vez. Nunca he acertado una quiniela periodística ni futbolística.
Pero sigo pensando que no pasará nada grave. Ya lo dije el otro día en youtube.
Y si pasa les tocará a los Mossos pegar en esta ocasión.
Todo controlado.