Hay que empezar a decir alto y claro que no son héroes.
Ni los buenos de la película.
Me refiero, claro está, a los condenados del proceso.
Y a los huidos. Aunque vendan que son "exiliados".
Como los gobiernos en el exilio que se refugiaron en Inglaterra durante la época nazi.
Que vergüenza.
Hay más culpables, por supuesto. Ya puestos los 2.850 represaliados que decía Òmnium.
Aunque creo que ahora ya redondean hacia arriba. Ya hablan de 3.000. O de más.
Y los del Tribunal de Cuentas.
Todos los diputados, altos cargos, dirigentes que estaban en el ajo.
Hasta el último que cortó una autopista o una vía del AVE. Bloqueó una frontera o tiró adoquines en la Plaza Urquinaona.
También, desde luego, los medios de comunicación. Públicos y algunos de privados.
O esa burguesía poruga, que va dando tumbos a lo largo de la historia en busca de su lugar en el mundo.
Sin olvidar los palmeros. Porque si Pilar Rahola, Pepe Antich o Francesc-Marc Álvaro por citar sólo algunos nombres se hubieran limitado a preguntarl3 un día a Artur Mas: “¿president, seguro que vamos bien?” quizá éste no habría encendido la mecha. Pero avivaron el fuego.
Lo peor de de todo es que lo sabían. Sabían perfectamente que esto acabaría mal. Y no hemos tocado fondo.
Sabían que no puede proclamarse la independencia de un territorio -aquí o en Burkina Faso- con el apoyo de menos de la mitad de la población: el 47% en dos elecciones sucesivas (2015 y 2017).
Incluso ahora, que hablan del 52% no es el 52%. Es el 51,14%. ¡Hasta meten al PDECAT para inflar la cifra, que se ha quedado sin escaños! ¡Sólo 1.448.000 catalanes!
Si dieron la imagen de un pueblo en marcha hacia la independencia -el jodido 80%, que salía de una encuesta de Rac1- es por el abuso de TV3, el control de la Administración, las subvenciones a los medios. Los mecanismos de poder, en definitiva
¿Se dan cuenta del daño que han hecho a Catalunya?
No sólo a Catalunya -que al fin y al cabo es un concepto- sino también a los catalanes de carne y hueso?
Daños políticos, económicos, sociales e incluso emocionales.
Han enviado a la mierda 40 años de autogobierno. Poco o mucho algo era.
En realidad era mucho: competencias plenas en sanidad, en educación. Una tele y una policía propia. ¡Hasta política exterior!
Lo hicieron, además, lanzándose a una piscina sin agua. Sin ni siquiera pensar en un plan B. Iban de machotes. El hostión ha sido monumental.
Me ahorro otros daños para no aburrirles: la inestabildad política, la inseguridad jurídica, la marcha de empresas, la fractura social.
Pero sospecho que los daños morales serán muy superiores a los materiales y no somos conscientes todavía de ello: la autoestima por los suelos, la falta de confianza en nuestras propias posibilidades, el ridículo permanente, la imagen quebrada de los catalanes aquí y en el extranjero.
Por eso, a pesar de ello, ¡todavía se ven como unos héroes!
Claro que Pedro Sánchez ha contribuido. Si se les indulta sin una pizca de arrepentimiento es que fueron condenados injustamente ¿no?
Pero que no nos vengan entonces con milongas. No es “por la concordia” ni siquiera “por España” como aseguraba hoy mismo nada menos que el ministro Ábalos.
Los indultos son un simple ejercicio de supervivencia política. Más claro, agua.
Y lo peor es que no servirán para nada. Al contrario, todavía saldrán exultantes de la cárcel.