Un día me encontré a Oriol Junqueras en la sección de ensaladas del self-service del Parlament.
Era antes de las elecciones del 2015. Cuando Esquerra iba muy por delante de Convergencia en las encuestas.
“Oriol, no me gustaría estar en tu piel”, le dije.
Puso unos ojos como platos.
“En primer lugar porque Mas te dejará una deuda de 70.000 millones”, le recordé.
Era cierto, el tirparito había acumulado 35.000 millones en cinco años pero el líder de CiU había doblado la cifra en apenas cinco.
“Y en segundo lugar porque supongo que los tuyos te apretarán: tendrás que salir al balcón de la Generalitat y proclamar la independencia. Pero eso tampoco es fácil”, añadí.
Siempre tuve la teoría de que el líder de ERC quería ser presidente de la República Catalana, no presidente de la Generalitat.
Eso de gobernar una comunidad autónoma se le antojaba poco.
Pero, no te jode, todo el mundo querría ser George Washington o el Mahatma Gandhi. Un padre de la patria. Pasar a los libros de historia. Plazas y calles a tu nombre por doquier.
Bueno, Oriol Junqueras tiene ahora una responsabilidad aún mayor. Tampoco me gustaría estar en su piel.
O replantea el soberanismo o va a remolque de los zumbados de turno.
Joan Tardà lo dijo el pasado mes de Septiembre: "Si hay algún independentista ingenuo o estúpido que cree que puede imponer la independencia al 50% de catalanes que no lo son, es evidente que está equivocado".
A Tardà, el de muera el Borbón, le dan a veces ataques de lucidez.
Como, parece mentira en este caso, a Gabriel Rufián. Cuando fue al programa FAQS de TV3 -no es un programa, es un akelarre- y criticó el "independentismo mágico".
Lástima que lo dijera el mismo que lanzó a Puigdemont al abismo con el famoso tuit de las 155 monedas de plata.
O te dedicas a la política seria o te dedicas a hacer de community manager. Las dos cosas al mismo tiempo es imposible, Gabriel.
Esquerra se debate siempre entre tocar de peus a terra (tener los pies en el suelo) o el echarse al monte. Porque Tardà o Rufián dicen esto -a veces incluso la cosa contraria- y luego Sabrià o Torrent son más bien del pit i collons.
Y eso que éste último era el que tenía que “recoser” el país por dentro. El síndrome de Jekyll y mister Hyde se extiende por toda Catalunya.
El mismo jefe de prensa, Sergi Sol -el que más manda ahora en el partido en ausencia de líder-, criticaba a los “hiperventilados” en una reciente entrevista en El Periódico. Luego se hizo la foto con Arnaldo Otegi.
¿En qué quedamos? ¿Ajo o agua? ¿Carne o pescado? ¿Blanco o negro?
ERC es víctima de la propia burbuja que ha alimentado durante el proceso. Con todo de hiperventilados en las tertulias oficiales.
¡Pero si los han colocado ellos! ¡Al propio jefe de informativos de la cadena, David Bassa, lo pusieron a dedo! ¡Y al director de Catalunya Radio, Saül Gordillo, lo premian con la presidencia de la Corpo!. A Bernat Dedéu le quedan cuatro Tot és mou.
En fin, lo que decía: o Esquerra replantea el soberanismo o continua a remolque de Torra y Puigdemont.
Hay espectáculos surrealistas: el número dos del Govern, Pere Aragonès, abrazándose en Bruselas con el expresidente mientras tiene que aguantar gritos e indirectas a favor de la unidad. ¡Pere, que no te enteras!
La huelga de hambre ni siquiera es a favor de los presos, es en contra de Esquerra.
Por eso Junqueras tiene que saber que nos jugamos algo más importante incluso que la independencia, nos jugamos el país entero.
Catalunya se está deshaciendo entre las manos de Torra. Un activista que cuestiona la propia Policía de la Generalitat y flirtea con una guerra como la de Eslovenia.
¿Quién saldrá a pegar tiros? A mí que no me busquen. Ni los de un lado ni los del otro. Yo ya hice la mili.
Y visto como está el patio, continuar adelante en estas condiciones sólo puede acabar mal, muy mal o fatal.
Nadie podrá negar que yo vengo advirtiéndolo -contra viento y marea- durante mucho tiempo. Magro consuelo.
Por favor, Oriol, rectifica e impon tu autoridad. Antes de que sea demasiado tarde.
Tú eres doctor en historia. Siempre que hemos apostado, hemos perdido. El país -Catalunya- no puede permitirse más derrotas.
