El historiador Pierre Vilar, en su Introducción a la historia de Catalunya (1) expone la teoría de un general del siglo XIX según la cual “los catalanes obedecen a unas condiciones … fatalmente imperiosas … el sol fertiliza allí los peñascos, y crece la vid en los nidos de las águilas, el vino fermenta sólo que lo beban los titanes, el agua causa plétora y forma bocicos en las gargantes, el idioma es breve y duro, la tierra despide a su corteza una costra salitrosa que inficiona y stura a todo lo que mantinee … los pastos y las aguas, o el clima, como vulgarmente se dice, hacen de los catalanes una raza insubordinada”.
En efecto, ¿qué nos ha pasado a los catalanes?
Y más concretamente al independentismo catalán.
¿Es la tramontana? ¿el fuet? ¿el pan con tomate? ¿los castells? ¿los calçots? ¿el agua del grifo?
El cambio climático no puede ser porque afecta a todo el planeta. No sólo a esta parte de la penínsulta Ibérica.
Y respecto a la tramontana quizá habría contemplar también el mestral, que es el viento que suele soplar en las Tierras del Ebro.
Lo digo porque aquellos que fueron a Waterloo y se trajeron tierra de la Casa de la República -convenientemente entrevistados por TV3- creo que eran de esta zona.
Pero el misterio sigue en el aire: En serio, ¿qué nos ha pasado?
Antes, con estado o sin, éramos un pueblo aparentemente discreto y trabajador.
“Els catalans de les pedres en fem pans”, reza el refrán.
Pero la política catalana ha entrado en una fase de bloqueo, de esterilidad, de canibalismo a ultranza.
Porque, en efecto, no se entiende el veto a Iceta.
Una cosa es que no lo voten en el Senado pero otra es que impidan su elección en el Parlament.
Por supuesto, ERC y JxCat están en su derecho porque los parlamentos están para eso: para votar.
Pero hasta ahora se consideraba un puro trámite parlamentario.
En anteriores ocasiones votaron a Alicia Sánchez-Camacho o Xavier García Albiol -ambos del PP- y nadie protestó.
Además, Iceta es partidario del diálogo, del indulto e incluso de la autodeterminación si más del 65% se mostraba a favor. Ya le cayeron muchos palos por decirlo.
¿Entonces? Probablemente nos encontramos ante una rabieta, un ataque de cuernos, una chiquillada.
Ya lo dijimos el pasado viernes: el presidente del Senado va antes que el presidente de la Generalitat en los actos oficiales.
No en vano es el cuarto cargo institucional del Estado. Estrictas razones de protocolo.
Pero la rabieta en cuestión no la entienden ni los vascos. Hasta el PNV se ha llevado las manos a la cabeza.
El procesismo ha entrado definitivamente en una espiral autodestructiva. Aquella vieja estrategia de cuanto peor, mejor.
Por mí se pueden ir a la mierda.
¿Quieren caldo? Pues a partir de ahora dos tazas.
Pedro, con estos aliados no hace falta enemigos.
Ya te tumbaron los Presupuestos tras la cumbre de Pedralbes. Y eso que ellos gobiernan sin Presupuestos.
¿Quién se acuerda ahora del relator?
No han calibrado una cosa: no es lo mismo gobernar con 85 diputados que con 123.
Yo, de ti, tomaría nota.
No quieren diálogo, es sólo la excusa.
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