Nadie en su sano juicio puede pensar que el CNI permitió el atentado de las Ramblas para joder al proceso o a los catalanes.
Bueno sí, a algunas mentes calenturientas del independentismo.
Es como aquella vez que encontraron un artefacto de la Guerra Civil en una playa de la Barceloneta.
También se apresuraron a decir que la Armada la había colocada expresamente para joder la temporada turística.
La credibilidad del excomisario Villarejo a estas alturas me recuerda a la del excomisario Amedo, aquel que estuvo implicado en los GAL.
Pero ha bastado con una frase del excomisario en un juicio para embolicar la troca.
Rápidamente lo rebotaron TV3, Catalunya Radio y medios afines.
Que hay algo turbio entre el CNI y el imán de Ripoll es cierto.
Que los propios servicios secretos no explicaron la relación, también.
Que el entonces director del CNI, Felix Sanz Roldán, tendría que haber comparecido en el Congreso y no lo hizo, igualmente.
Mi opinión personal es que quisieron ficharlo como informador pero que se les fue de las manos. Hizo un doble juego.
Aunque de aquí a pensar que el CNI lo toleró todo media un abismo.
En realidad, puestos a revisar el atentado habría que poner en tela de juicio también la actuación de los Mossos.
De entrada, el hecho de que recibieron la Medalla de Honor del Parlament -por decisión unánime de toda la Mesa, incluidos los representantes de PSC y Ciudadanos- con 16 muertos encima de la mesa.
Hasta entonces nunca en Europa se había condecorado a un cuerpo policial con semejante balance mortal.
La condecoración fue extensiva a la Guardia Urbana de Barcelona, la Policía Local de Cambrils, Protección Civil, el Sistema de Emergencias Médicas, las Emergencias de Barcelona, el Instituto de Medicina Legal, la Cruz Roja y los Bomberos de Barcelona y de la Generalitat.
Pero a la Policía y la Guardia Civil no porque, en pleno auge del proceso, eran las “fuerzas de ocupación”. Que se jodan.
Cuando, en la lucha antiterrorista, la colaboracion entre todas las fuerzas de seguridad es fundamental.
Ya puestos, recordar que fueron informados por la Policía belga sobre las andanzas del imán. Pero alegaron que no había sido por conducto oficial.
O que se escapara un terrorista por la Diagonal en medio de la Operación Jaula a pesar de la decena de balazos que recibió el vehículo.
Y que los Mossos confundieran la explosión de Alcanar con un accidente doméstico a pesar de las cien bombonas de butano de por medio.
Circulan dos versiones sobre el tema.
Una, que la juez encargada del caso les dijo: “¿No será terrorismo?. Y que el mando responsable de la investación le respondió: “señoría, no exagere”.
La segunda, que tampoco dejaron entrar a los Tedax de la Guardia Civil para que investigaran.
Y, por cierto, el jefe de los Mossos en las Tierras del Ebro en esa época, Josep Maria Estela, ha sido ascendido ahora a máximo jefe de la Policía de la Generalitat.
Quizá que un día nos dé también su versión de los hechos.
Finalmente no voy yo a cuestionar el resultado final como hizo la CUP porque el terrorista abatido en Gelida hizo ver que llevaba un cinturón explosivo pero, por supuesto, habría aportado más información vivo que muerto.
Aquí fallaron todos. Incluso el Ayuntamiento de Barcelona, que se resistió a colocar bolardos a pesar de los atentados con vehículos en Niza y en un mercado navideño de Berlín.
Claro, ya saben: Barcelona ciudad de acogida. Aquí no nos pasará nada.
De hecho, cuando Estado Islámico ya había reivindicado el atentado todavía se resistían a hablar de terrorismo islamista.
Y en la misma ceremonia de entrega de la medalla en el Parlament, que cubrí como periodista; ni el entonces presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont; ni la de la cámara, Carme Forcadell; ni el mayor Trapero; ni la periodista del diario Ara que también intervinó se atrevieron a pronunciar la palabra "gihadismo".
Si en ese momento hubiera aterrizado un turista americano en el Parque de la Ciudadela habría pensado que nos habían atacado los marcianos.
¿En el fondo saben qué pasa? Como el proceso no ha salido cómo esperaban -ni somos independientes ni república ni nada- hay que echarla la culpa a alguien.
Los indepes no tienen nunca la culpa de nada.
Y que menos que culpar al pérfido Estado español que, con tal de impedir la independencia de Catalunya, es capaz de mancharse "las manos de sangre" como dice Puigdemont.