Me he enterado por la Contra de Lluís Amiguet a Toni Clapés que el conocido presentador de Rac1 quiso ser candidato a la alcaldía de Barcelona.
“Yo lo decía en serio: ¡por Dios, mire el panorama que tenemos! Pero lo iba repitiendo y veía que nadie me hacía demasiado caso”, ha explicado.
Supongo que lo comentó medio en broma en el marco de su programa pero no lo haría tan mal. Siempre que se rodease de gente cabal y no se le subiesen los humos. La segunda la veo fácil de cumplir en su caso. La primera es más difícil.
Como él mismo decía ha entrevistado “a Felipe González, Pujol, Maragall... Incluso en el PP a Josep Piqué... Con todos aprendías. Y ahora aburre tanto postureo banal”.
Peor que Colau parece casi matemáticamente imposible que lo haga. ¡Que ciudad nos dejará!
Todo lo arreglan con el lenguaje. Ahora han acuñado el término “urbanismo táctico” que consiste, básicamente, en poner palos a las ruedas. Nunca mejor dicho.
Al fin y al cabo la alcaldesa tiene “estudios de filosofía”, lo que significa que no los terminó. Y se ha dedicado profesionalmente al “activismo social”.
De hecho, empezó a vivir del sector público muy pronto porque formó parte del Observatorio DESC, una entidad que recibe ayudas.
Aunque lo que no sale en el currículum oficial son sus pinitos como actriz. Ni sus performances como Superheroína.
Su fama al estrellato fue, sin embargo, como portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca.
Todavía recuerdo su carta de despedida en mayo del 2014 cuando aseguró que “no voy a fichar por ningún partido político”.
En eso tenía razón: hizo su propio partido. De Iniciativa no ha quedado nada.
A la primera le arrebató el cargo a Xavier Trias, que tiró la toalla muy pronto.
Para el segundo mandato no tuvo reparos en explicar, en vivo y en directo, sus aventuras bisexuales. Y no una sino dos veces. Como si a la mayoría de electores le interesara la orientación sexual de la alcaldesa.
Barcelona necesita de manera urgente un alcalde al timón. Y más en tiempos de crisis y de pandemia.
Me da igual que salga de la prensa, de la farándula o de un laboratorio.
Por eso, Toni Clapés debería pensar seriamente en dar el salto.
Un hombre que ha conseguido superar con éxito un linfoma y ha llegado al máximo en la radio necesita nuevos retos.
Además, la burguesía catalana ya no da más de si.
En Ucrania, por ejemplo, el presidente había sido antes guionista, humorista, presentador de televisión, productor de cine y hasta cantante.
Sin ser un seguidor de cerca de la política ucraniana creo que no lo hace mal con respecto a algunos de sus predecesores. Al menos es discreto a pesar de sus orígenes profesionales. Y ha heredado un montón de marrones entre Crimea y la guerra con Rusia.
Ha llegado el momento, Toni Clapés. Es la hora de los valientes.