El proceso ha sido letal para el sentido del humor de los catalanes.
No es que fuéramos la alegría de la huerta pero quizá teníamos un humor socarrón que nos acercaba a los ingleses.
Ahora ni eso.
La mitad está cabreada poque no la dejan ser independiente.
¿Cómo puede ser una nación milenaria como Catalunya no sea un estado independiente?
Basta con ver la cara de Eduard Pujol. ¡Este señor está permanentemente enfadado con el mundo!
La otra mitad está harta que le digan el “bloque del 155” y recuerdan que a los dirigentes independentistas los pusieron en la cárcel los jueces. No ellos.
Pero la prueba más fehaciente de nuestra alarmante perdida de sentido del humor es lo que me pasó el otro día.
Me dio por el torero. Eso sí, a falta de vestido de luces me embutí en mi mono amarillo.
Y a falta también de capote -necesito urgentemente un equipo completo- utilice una bandera española para tal menester.
¡No pueden imaginarse la que se lió!
Twitter España me trató como a un delincuente. Estuvo a punto de cerrarme la cuenta.
En su opinión incitaba a la "violencia" o era "terrorismo", "explotación sexual", "acoso" o "incitación al odio".
Todos los trolls indepes debían estar denunciándome.
Y eso que Puigdemont la besó. No una sino dos veces.
Había básicamente tres tipos de insultos.
Unos que se metían con mi aparato sexual. El de entre las piernas, quiero decir.
Otros, mayormente señoras (sic), se metían con mis pechos. Me llego a meter yo con los suyos y me crucifican en la Plaza Catalunya.
Finalmente, los genéricos como los medicamentos: que si era un deshecho humano, una mierda, que si me tenían que aplicar la selección natural.
¿Pero qué pasa?
¿No nos hacía tanta gracia cuando Pepe Rubianes decía aquello de “puta España” en TV3?
Aunque yo, la verdad, no lo habría empurado nunca.
O Dani Mateos sonándose con una bandera española
Aquí también levantó oleadas de solidaridad.
Hasta Toni Soler se sonó con una bandera catalana. Bueno, eran unos kleenex con la senyera.
"Estamos a favor del humor sin censura", advertía. Jair Domínguez, a su lado, le seguía la corriente.
Pero es curioso, los catalanes tenemos un sentido del humor que no es bidireccional.
Nos gusta mucho meternos con los otros pero nosotros somos intocables.
Recuerdo que hace años, los mismos de Polònia hicieron un sketch en el que el PP era una mierda colgada de un palo.
No vi nunca escena semejante, por ejemplo, referida a Convergència.
O la ocasión en que Empar Moliner quemó una Constitución también en TV3, una cadena pública.
¿Qué habríamos dicho si en TVE hubieran hecho lo mismo?
Las redes habrían hervido y a más de uno se le habría pasado por la cabeza prender fuego a Prado del Rey.