1) El fallo de la justicia italiana estaba cantado a la espera de la decisión del Tribunal General de la UE sobre la inmunidad de Puigdemont. La cosa puede tardar todavía meses.
2) Hay que reconocer, sin embargo, que el único resultado tangible del proceso no ha sido la proclamación de la República catalana sino cargarse el espacio judicial europeo.
3) El escaso respeto que inspira la justicia española en Europa: Cuando un tribunal de Schleswig-Holstein -que es un estado alemán-, un juez belga o una jueza de Cerdeña pueden cuestionar una orden del máximo tribunal de un estado miembro de la UE -en este caso el Tribunal Supremo español- alguna cosa falla. Es como si el Tribunal Superior de Justicia de la Rioja o de la Región de Murcia -por citar dos comunidades uniprovinciales- hicieran caso omiso del Tribunal Federal de Justicia alemán o de la Corte de Casación italiana.
4) Tampoco ayuda las discrepancias entre la Abogacía del Estado y el Supremo. En este caso quizá deberíamos recordar aquella frase de Pedro Sánchez en campaña aunque fuera referida a la fiscalía: “¿de quién depende? Pues ya está”.
5) Inyección de optimismo de Junts, que recobra protagonismo frente a ERC tras su no a la mesa de diálogo.
6) La no extradición de Puigdemont a quien beneficia en realidad es al PP y a Vox. Muchos electores deben estar cansados de tanto pitorreo. Pablo Casado dijo en el míting de Valencia aquello de que “llevarempos a Puigdemont al Tribunal Supremo” pero añadió a continuación que “aunque hayamos de viajar hasta el último país de Europa para exigir el respeto a la justicia española”. No se trataba de traer a Puigdemont cogido de la oreja o de secuestrarlo sino de defender la justicia española en el extranjero.
7) La actitud del PP contrasta con el perfil bajo del Gobierno español en la materia sea el Ministerio de Asuntos Exteriores, el de Interior o el de Justicia. La política exterior española en el asunto Puigdemont es inexistente más allá que Pedro Sánchez necesite los votos de ERC en los Presupuestos.
8) Victimismo de Puigdemont: Tras su detención ya vio una operación de Estado más que una simple decisión judicial. Ahora ha insistido en que España persigue "objetivos políticos" o que utiliza el Poder Judicial para perseguirle. Pero cuando pide “basta” pide, en el fondo, buscar una salida a su situación personal.
9) El complejo de superioridad del independentismo, que insiste en que la justicia española está politizada. Pero hay que recordar que, en una eventual República catalana, el presidente de la Generalitat nombraba al presidente del Supremo (artículo 66.4 de la Ley de Transitoriedad). Además, en Catalunya todo está politizado: TV3, el Síndic de Greuges, el CAC o el Consejo de Garantías Estatutarias. Entre otras razones porque, como en el Congreso, a sus miembros los elige el Parlament.
10) También reiteran en que hay que sacar el "conflicto" de los tribunales y lamentan la "judicialización de la política" pero quien lo metieron en los tribunales fueron ellos al saltarse leyes, reglamentos y notificaciones. Corresponde a la justicia dirimir la responsabilidad de sus autores pero los condenados -y ahora indultados- no lo fueron por "poner las urnas". Proclamar la independencia, declarar la república, abolir la monarquía, derogar la Constitución y el Estatut o pasarse por el forro las notificaciones del TC -el máximo tribunal- algún tipo de consecuencia penal tenía que tener.
11) El independentismo ya da por hecho que la independencia es imposible. Puigdemont no la mencionó ayer ni una sola vez y en el Parlament Junts y ERC han votado a favor de un “referéndum acordado”.
12) Si Puigdemont fuera un valiente, que no lo es, volvería ahora mismo a España y se plantaría ahora mismo ante la puerta del Palau de la Generalitat -en coche sería difícilmente detectable- reivindicando que es el “presidente legítimo”. Menudo problema para ERC. Además, si España lo detiene habría un lío internacional y la balanza, en el TJUE, se decantaría probablemente de manera definitiva a favor de él. Si no lo detiene significaba que se toreaba también a la justicia española.
13) Menuda gracia les debe hacer a Italia y Francia que los únicos apoyos a Puigdemont en Cerdeña hayan sido independentistas sardos y corsos respectivamente. Por ahí donde pasa prende la mecha.
14) Bueno, pues ya lo ven, me han salido catorce. Como los del presidente norteamericano Woodrow Wilson. Quizá porque estoy enfrascado en lecturas de la I Guerra Mundial. Una última reflexión: Los estados de euforia excesiva les sucede con frecuencia estados depresivos. A ver si al final se cumple el refrán: “quien ríe ultimo, ríe mejor”. No olviden tampoco que la capacidad autodestructiva del proceso es infinita.