Como ahora ya casi nadie revindica la Transición lo haré yo. Visto desde la lejanía, es verdad que nos dieron gato por liebre. Fue un pacto tácito de democracia a cambio de amnesia. El franquismo sin Franco era inviable. Y, si había alguna posibilidad, ETA la lanzó por los aires un 20 de diciembre de 1973 al paso de un Dodge Dart con el almirante Carrero dentro.
Pero, en efecto, ni se depuró a las fuerza de seguridad ni a los jueces por poner dos ejemplos. A mí me hizo mucha gracia cuando Garzón iba detrás de Pinochet porque no estábamos en condiciones de dar lecciones y menos de justicia universal. Aquí no sentamos a nadie en el banquillo.
Además, como el servicio militar fue abolido en el 2001, nadie se acuerda del poder que tenían entonces los militares. En la mili, si por casualidad veías un coronel tenías que cuadrarte y saludar a la voz de “a la orden de usía, mi coronel”. Lenguaje que, a mí, siempre me pareció más propio de Cervantes que del siglo XX. Pero un coronel era un coronel.
Sin olvidar el susto del 23-F. Yo, hasta que no salió el Rey cargado de medallas por la tele no respiré tranquilo. Y eso que salió con retraso. Porque, además, hubo otros sustos como el del 27-O de 1982. O el del 2 de junio de 1986.
La buena era esta última porque se trataba de meter una bomba debajo de la tribuna de autoridades durante la celebración del Día de las Fuerzas Armadas en A Coruña y cargarse, de golpe, el presidente del Gobierno, entonces el socialista Felipe González; el del Congreso; el del Senado, el del Tribunal Constitucional; el del Supremo; y el del Poder Judicial. Como el del Tupolev-154 polaco que se estrelló en Rusia en el 2010, con toda la élite política dentro, pero sin avión.
Como ahora la gente ahora ya no hace el servicio militar y los militares se pasean -es un decir- por África, Bosnia o Afganistán ya no nos acordamos que los tanques se pasearon por Valencia en la noche del 23 de Febrero de 1981. Yo tengo un amigo que entonces tenía 19 años que, cuando entró en el cuartel, lo pusieron de cara a la pared. Como era un poco rojo y separatista -dos cualidades todavía muy apreciadas entonces-, no sabía si lo iban a fusilar ahí mismo.
Tampoco nos acordamos de que ETA mató 10 personas en 1977 -el año de las primera elecciones democráticas- pero que la cifra ya subió a 66 en 1978, 76 en 1979, y 92 en 1980. La mayoría militares y guardias civiles -lo cual añadía presión-, porque no fue hasta mucho más tarde que la organización terrorista empezó a diversificar.
En el fondo, la mala leche que nos invade al pensar en la Transición es fruto de un hecho irrefutable: Franco murió en la cama tras casi cuarenta años de dictadura. Los demócratas en general, y las izquierdas en particular, nunca han superado el trauma. Aquí ni se hundió el régimen ni hubo una revolución como la de los claveles de Portugal. Aquí fue eso: la Transición.
Xavier Rius es director del digital catalán e-notícies
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