Felizmente Torra no es Lenin.
Ya saben que Lenin publicó en 1902 el libro “¿Qué hacer?”, que fue el manual de instrucciones para la revolución bolchevique.
Y que Trotski, en pleno asalto al Palacio de Invierno , envió a los mencheviques a la “papelera de la historia”.
La frase se la copió Benet Salellas -que es sin duda un hombre leído e instruido- el día que vetaron a Mas. Quedó muy bien de cara a la galería.
Bueno, pues ahora anda el independentismo sin saber qué hacer en caso de sentencia en contra.
Porque incluso yo -que soy tan poco inclinado al juego- apostaría una mariscada a que es condenatoria.
Falta saber por qué delito o delitos.
Pero sospecho que para la justicia española proclamar la República, saltarse la Constitución y derogar el Estatut debe ser castigado.
Por eso el president Torra ha mantenido una ronda de contactos en Palau con JxCat, con Esquerra, con la CUP, con la ANC y con Òmnium. Es decir, con los suyos.
La palabra de moda últimamente era “unidad estratégica” pero saltó hecha pedazos con el pacto JxCat-PSC en la Diputación de Barcelona.
Hasta los más reticentes, como Ferran Mascarell, cambiaron de opinión en 24 horas en cuanto les ofrecieron una vicepresidencia.
Torra no ha desvelado sus planes.
Preguntado en la última sesión de control por Jéssica Albiach, de los Comunes, dijo que “por prudencia y por deferencia” no lo iba a decir.
En el fondo no tienen ni puta idea de qué hacer. Perdonen la expresión.
¿Avanzar elecciones?
¿Con un JxCat a la baja?
El president que había sido partidario de la convocatoria electoral ahora ya ha rectificado.
Él no repetirá. Y le ha cogido gusto al cargo.
Fíjense que lleva días sin referirse al de Waterloo como “presidente legítimo”.
Por eso, ¿cuando Jordi Cuixart dijo aquello de ho tornarem a fer (lo volveremos a hacer) en su alegato final en el Supremo qué quería decir exactamente?
¿Es un eslogan para la campaña de promoción de su libro?
La portavoz del Govern, Mònica Budó, preguntada en dos ruedas de prensa sucesivas, ha escurrido el bulto y se ha limitado a pedir “diálogo”.
Difícil con un Gobierno en funciones y una sentencia al caer. Pero, en todo caso, ya nadie habla de República ni de DUI ni de independencia.
Para El Punt-Avui parece que el ho tornarem a fer era la manifestación en Estrasburgo. Al día siguiente titulaban así en páginas interiores: "Se ha vuelto a hacer"
¿Pero entonces era simplemente hacer otra manifestación?
El independentismo se ha dado de bruces con la realidad.
El Estado funciona. La justicia actúa.
Pedro Sánchez lo dijo en la última sesión de la investidura frustrada: “España ha superado unida las peores crisis de la historia y lo volverá ha hacer esta vez”.
Es uno de los errores de cálculo del proceso: sobrevalorar las propias fuerzas y subestimar las ajenas.
El independentismo no ha conseguido nunca sacar su agenda adelante ni en los momentos de más debilidad del Estado: 1898, 1917, ahora.
Ya no digo en 1808-1812 donde combatimos, como leones, contra los franceses.
Además, lo he dicho siempre: las revoluciones las hacen los que no tienen nada que perder.
Los hambrientos, los explotados, los oprimidos. No gente que veranea en la Cerdanya o en Cadaqués.
El proceso ha sido una revuelta pija. La última revolución burguesa de la historia.
Ya lo dijo aquel exconsejero antes de ser cesado fulminantemente: a prisión bueno, pero el patrimonio que no me lo toquen.
Por eso: ¿Saben qué pasará tras la sentencia?
Nada, mucho ruido y pocas nueces.
Bueno, quizá queman algún contenedor. Incluso cortan las vías del AVE -lo dudo- o la autopista AP-7 a su paso por Bellaterra. La Autònoma está cerca.
Pero ya está.
El Estado se puede permitir perfectamente un bajo nivel de conflictividad en Catalunya. Los que no nos lo podemos permitir somos los catalanes.
Aunque el presidente de la Cambra de Barcelona ya vaya haciendo llamadas vía TV3, que para eso lo invitan al FAQS, a la huelga general.
Yo no participaré en la próxima aturada de país. Es más: me opondré con todas mis convicciones democráticas.
Bien sea con vídeos, con mi mocho amarillo o con sentido del humor.
Y espero que ustedes hagan lo mismo.
Soy partidario, por razones personales e ideológicas, de que los presos salgan con los meños daños judiciales posibles.
Pero ellos también tendrían que poner algo de su parte. Y chulerías como la de el ho tornarem a fer no ayudan.
No sólo no muestran arrepentimiento sino también reiteración delictiva y especialmente falta de diálogo con más de la mitad de la sociedad catalana que no está por la labor.
Basta ya de hablar en nombre de todo un país. Pero, sobre todo, ya basta de numeritos.